Al márgen de si creen o no en los efectos negativos sobre la salud de los productos transgénicos, no se ha hablado mucho sobre algo igualmente importante: el maíz transgénico no puede reproducirse, lo que significa que en cuanto se cosecha, las semillas que produce no pueden volver a sembrarse para la siguiente temporada porque son estériles (para eso fueron alteradas genéticamente) y entonces hay que volver a comprar las semillas al vendedor del maíz transgénico. De hecho, para que los gringos te vendan maíz transgénico es necesario firmar un contrato y si lo violas te cae la ley y te ponen multas y una serie de cargos por violación de la relación comercial. Esta es una situación que se da actualmente en los Estados Unidos, donde algunos productores han incluso perdido sus terrenos precisamente porque ya no quieren comprar este maíz. No hay que olvidar que las empresas tales como monsanto son unas verdaderas corporaciones qué se dedican a la rapiña.