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Habacuc 2 - Biblia de Jerusalen
1 En mi puesto de guardia me pondré, me plantaré en mi muro, y otearé para ver lo que él me dice, lo que responde a mi querella.
2 Y me respondió Yahveh y dijo: «Escribe la visión, ponla clara en tablillas para que se pueda leer de corrido.
3 Porque es aún visión para su fecha, aspira ella al fin y no defrauda; si se tarda, espérala, pues vendrá ciertamente, sin retraso.
4 «He aquí que sucumbe quien no tiene el alma recta, más el justo por su fidelidad vivirá.»
5 ¡Oh, ciertamente es traidora la riqueza! ¡Es hombre fatuo y no tendrá éxito el que ensancha como el seol sus fauces; como la muerte, él nunca se sacia, reúne para sí todas las naciones, acapara para sí los pueblos todos!
6 ¿No profetizarán todos éstos sobre él una sátira, adivinanzas y enigmas sobre él? Dirán: ¡Ay de quien amontona lo que no es suyo (¿hasta cuándo?) y se carga de prendas empeñadas!
7 ¿No se alzarán de repente tus acreedores, no se despertarán tus vejadores, y serás presa de ellos?
8 Por haber saqueado a naciones numerosas, te saqueará a ti todo el resto de los pueblos, por la sangre del hombre y la violencia a la tierra, a la ciudad y a todos los que la habitan.
9 ¡Ay de quien gana ganancia inmoral para su casa, para poner su nido en alto y escapar a la garra del mal!
10 ¡Vergüenza para tu casa has sentenciado: al derribar a muchos pueblos, contra ti mismo pecas!
11 Porque la piedra grita desde el muro, y la viga desde el maderamen le responde.
12 ¡Ay de quien edifica una ciudad con sangre, y funda un pueblo en la injusticia!
13 ¿No viene de Yahveh Sebaot que los pueblos se fatiguen para el fuego y las gentes se agoten para nada?
14 = ¡Pues la tierra se llenará del conocimiento de la gloria de Yahveh, como las aguas cubren el mar! =
15 ¡Ay del que da de beber a sus vecinos, y les añade su veneno hasta embriagarlos, para mirar su desnudez!
16 ¡Te has saciado de ignominia, no de gloria! ¡Bebe tú también y enseña tu prepucio! ¡A ti se vuelve el cáliz de la diestra de Yahveh, y la ignominia sobre tu gloria!
17 Pues la violencia hecha al Líbano te cubrirá y la matanza de los animales te aterrará, (por la sangre del hombre y la violencia a la tierra, a la ciudad y a todos los que la habitan).
18 ¿De qué sirve una escultura para que su autor la esculpa, una imagen fundida, un oráculo engañoso, para que en ellos confíe el autor de tal obra haciendo ídolos mudos?
19 ¡Ay de quien dice al madero: «Despierta», «Levántate», a la piedra muda! ¿Da ello algún oráculo? ¡Está, sí, cubierto de oro y plata, pero ni un soplo en su interior!
20 Mas Yahveh está en su santo Templo: ¡silencio ante él, tierra entera!
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