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En los años 1700, en la ciudad de Solingen, Alemania, cuando se estaba gestando el desarrollo industrial de las repúblicas europeas y el continente se encontraba en guerras intermitentes por sus tierras, un noble vendedor de cuchillas llamado Clemens Weyersberg, decidió iniciar su propio negocio familiar junto con su hijo Peter y su nieto Wilhelm.
Solingen era una ciudad que trabajaba el acero y la forja por tradición. Convirtiéndose así en el principal proveedor de herramientas, cuchillos y armas que consumía todo el continente europeo, debido a la calidad de sus procesos y materiales.
Como familia característica de Solingen, Alemania, los Weyersberg dominaban la forja por herencia desde sus antepasados. Trabajaban el acero minuciosamente y extraían de él sus mejores beneficios aplicados a la metalistería.
En ese tiempo, los procesos alemanes en el trabajo de metales y producción de armas, lideraban la calidad y proveían a una gran cantidad de países de la región que se encontraban en guerra. La tradición de la forja alemana daba como resultado herramientas agrícolas y armas de la mejor calidad.
Gracias a estas circunstancias, la empresa se constituyó oficialmente el primero de enero de 1787.
La firma inició un crecimiento acelerado aprovechando las necesidades del mercado. Se convirtió también en uno de los principales proveedores de herramientas, armas y cuchillos de toda Alemania.