Homenaje a Salvador Montiel con las agrupaciones Guajira Mía y Ajé

Salvador Montiel.
Músico y embajador cultural de las tradiciones Wayuu,
Bautizado como Manuel Felipe Montiel el 31 de diciembre de 1935, su vida transcurrió entre los paisajes de la Baja Guajira venezolana y Maracaibo, donde difundió los cantos de pastoreo y los instrumentos musicales de su pueblo a través de su agrupación cultural “Guajira Mía”, Esta inquietud por enseñar las tradiciones de su etnia evitó que desaparecieran o fueran olvidadas. Su labor fue declarada Patrimonio cultural de Venezuela
Fue un narrador popular, sencillo y comprometido con el rescate de los valores más auténticos de la cultura wayuu.
la Dirección de Cultura de La Universidad del Zulia, en el Departamento de Estudios Socio Antropológicos, hizo su epicentro laboral y de difusión.
Fue un universitario ejemplar que luego de su jubilación, en el año 2000, mantuvo la solidaridad permanente con la institución. Fue la raíz de muchos proyectos de valoración cultural, además de ser el creador de la agrupación Yonna LUZ, destinada a desarrollar en los jóvenes el apego por los rituales y manifestaciones autóctonas, con danzas, producciones poéticas, musicales y literarias.
Por él, conocimos la belleza de los cantos de pastoreo y de los instrumentos musicales de su pueblo. Siempre lo impulsó el interés en enseñar las tradiciones para que el polvo del olvido y la indiferencia no las extinga. Fue su misión de vida y lo logró con éxito y reconocimiento.
El esfuerzo fue recompensado cuando su labor es declarada Patrimonio de Venezuela. Además tuvo el honor de recorrer diversos escenarios internacionales de América y Europa, con sus cantos enseñanzas y narraciones sobre los valores genuinos del pueblo Wayuu.
Fue un hombre comprometido e incansable. Tantas veces admiramos su prodigio musical y narrativo en muchos de los viajes por la tierra ancestral del pueblo wayúu.
Un 06 de diciembre del año 2015 fallece a la edad de 79 años.
El alma de Manuel Felipe Montiel, mejor conocido como Salvador Montiel, iniciaba su viaje a Jepira, la tierra de los muertos, a vivir con sus predecesores.
Salvador ha partido al encuentro espiritual con Maleiwa con la satisfacción de la misión cumplida. Su esencia ha quedado entre nosotros, dejándonos lo mejor de los paisajes, prosas y sonidos de la Guajira.
Su labor de enseñanza y difusión debe ser prolongada por sus discípulos para que las tradiciones de la etnia nunca se apaguen.
Para los wayúu la vida no termina con la muerte. Los vínculos se mantienen y en el caso de Salvador Montiel, su obra cultural -sembrada en tantos discípulos- seguirá retumbando, como el tambor ancestral, en los corazones de quienes lo conocieron y aprendieron de su música y añoranzas por su tierra.