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Ubicación
Calle 5 de Mayo y 4 Poniente. Puebla, Pue.
Descripción
Sin duda uno de los más espléndidos ejemplos del barroco novohispano, es una capilla que data de 1690, en su tiempo fue considerada como la "octava maravilla del mundo". Su interior, en el crucero izquierdo de la nave del templo, presenta planta de cruz latina, aunque con los brazos muy cortos. En la bóveda se pueden ver representadas las tres virtudes teologales, enmarcadas por tupidos follajes; y en la cúpula se encuentra la Gracia, acompañada por los dones del Espíritu Santo y por un grupo de 16 santas dominicas.
En la parte superior de los muros de la nave se muestran seis grandes lienzos de la mano del pintor José Rodríguez Carnero, con temas alusivos a los Gozos de la Virgen, mientras que en la parte baja los muros llevan un bello lambrín de azulejos del tipo talavera. En el crucero hay otras pinturas con temas relacionados también con la vida de la Virgen, al igual que otra de gran tamaño que corona el ábside de la capilla y que está dedicada a la Glorificación y Triunfo del Rosario.
El estuco dorado es el ingrediente que eligió el retablista para prestar magnificencia al lugar. Por lo demás, la planta respeta la delineación en cruz latina. Hacia lo alto, bóveda y cúpula sobre tambor proyectan la espiritualidad que resuman tantos motivos ornamentales como aquí se concentran, sean estos de orden vegetal, animal, o ya en otro plano, angelical. Y entre tanta floresta y querubín triunfante, sobresalen figuras y figuraciones que debemos a fray Agustín Hernández.
A saber: las virtudes teologales que ilustran las tres primeras bóvedas que hay tras el acceso principal, y esa bellísima alegoría de la gracia que figura en la cúpula. Dejando aparte los lienzos alusivos a Nuestra Señora, debidos a Rodríguez Carnero, hemos de aludir asimismo a las esculturas que, en el interior de sus correspondientes nichos, embellecen el tambor de la cúpula -las dieciséis gracias de la Madre de Dios-. En el mismo tramo, destaca el hermoso ciprés de alabastro donde se venera a la Virgen del Rosario.
Gracias a los fondos de la Fundación Mary Street Jenkins, entre mayo de 1967 y el mismo mes de 1971, un equipo de restauradores rejuveneció las características más nobles de la capilla, poniendo su confianza en unos diseños por los cuales no debiera pasar el tiempo.
Leyenda o historia de la iglesia.
Con oportuna sensibilidad, el primer obispo de la diócesis de Tlaxcala, fray Julián Garcés, quiso que también entre los fieles poblanos desempeñasen su labor los dominicos.
Gracias a esa disposición del eclesiástico, en torno al año 1534 arribaron a Puebla los monjes de la orden de Santo Domingo, y de inmediato determinaron sus prioridades. Como en otros casos parecidos, urgía el diseño de un recinto arquitectónico que respondiese a estas últimas con la eficacia debida. Y así fue como en 1571, bajo las órdenes del arquitecto Francisco Becerra, los albañiles comenzaron la edificación del convento, cuya estructura alberga dos hermosas capillas que dan al atrio: la de los Mixtecos y la de la Tercera Orden.
El conjunto histórico monumental de Santo Domingo ofrece bellezas inigualables, como el magnífico atrio, la portada de aire herreriano, el retablo que se alza en el ábside y la antigua portería. En el interior, deben buscarse los signos de mayor vitalidad artística en la muy policromada y barroca Capilla del Rosario, diseñada durante la segunda mitad del siglo XVII. Las texturas más delicadas de la ornamentación novohispana pueden hallarse en este rincón, donde el talento de sus creadores alcanza la más alta medida de la belleza. Según citan las crónicas, la realización de este espacio comenzó en 1650, gracias a la iniciativa de fray Juan de Cuenca. Dada la magnitud de la obra, y siendo la primera condición del arte religioso la paciencia, hubieron de tomarle el relevo fray Agustín Hernández y fray Diego de Gorozpe. Para goce de piadosos y visitantes, quedó al fin dispuesta la capilla el 16 de abril de 1690, bajo una cúpula de soberbio acabado.
La comunidad del templo de Santo Domingo, según lo recuerda Santiago Sebastián López, pensó dedicar esta capilla excepcional a una de las devociones predilectas de los angelopolitanos, la Virgen del Rosario. Una vez completada, esta obra causó tal impresión que «fue calificada como la Octava Maravilla del Mundo». No se comprende tal prodigio sin un fuerte impulso de la devoción al Santo Rosario en el virreinato desde finales del siglo XVI. De hecho, «se cree que en 1538 se fundó ya una cofradía, y de 1570 es la famosa estampa del grabador francés Juan Ortiz, que fue procesado por la Inquisición por el sentido herético que dio a los versos que puso en la estampa.
Fuente: puebla.gob.mx