Tres grandes faenas nos habéis ofrecido en esta mesa del ruedo taurino. Inés Montano deleitó a portagayola, luego exhibió gran manejo de capote y buena suerte de banderillas. Ha hablado de censura en redes no justificada, de animalismo desvirtuado, de crítica con y sin criterio, de presidencias, trofeos... y muchas más razones. Tu buena crónica, Inés, se gana la plaza. ¿Qué importan aquellas críticas sin lógica, sin alma, sin arte, sin luces ni montera? Iñaki Ezkerra se recreó en su faena. Aludió al olvido de las esencias primas, a las prohibiciones e imposiciones fatuas. ¡Dejen que el fuego histórico descubra las verdaderas hazañas! ¿Por qué aventan sus humos y prohíben otros sin tener faltas? ¡Dejen que el toro jadeante empape su vaho en la capa, y así el baile taurino se funda en arte y ganancia! Humo indígena y civilización, vaho y muleta, tabaco y papel, las dos Españas,... que todo termine en concordia, ¿quién quiere alterar esa gloria? Y terminó la lidia Luís Gallego con sus lances de diálogo y otros poéticos, referidos a todas las suertes taurinas: antes, durante y después de la plaza. Ofreció aspecto en la ética, la estética y la ascética para desvelar los valores del encuentro en el albero: exhibición, conjunción, armonía: valor, bravura, arte y belleza. Ofreció versos cabales, sencillos; hondos, sentidos; puros, espléndidos. Fundir en emoción artística: concepto, afición y sentimiento.