Рет қаралды 58
(Ap 2.4-5) “... tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras...”
Pasaje bíblico: Jeremías 2.1-13
El pecado es la infracción de la ley de Dios. Por tanto siempre que pecamos recibimos el rechazo, condena y justo castigo divino. En ningún modo Dios puede dar por inocente al que es culpable de transgredir sus santos y justos mandamientos. A pesar de ello el ser humano de forma reiterada desobedece todas las normas y reglas que podrían amistarle con Dios llevándole a transitar por el camino bueno de su santa voluntad. Y, de esta manera, el pecado convierte al hombre en enemigo de Dios y en reo de su justicia. Esto sucede, entre otras razones, porque el concepto de pecado y del mal que tiene el hombre no es el mismo que tiene Dios. Para el hombre hay pecados grandes y pequeños, hay pecados graves y leves. Esta idea del pecado permite hacer lo malo sin tener cargo de conciencia sobre lo propio mientras se condena arbitraria e injustamente las acciones de los demás. Pero el profeta Jeremías nos dice que el pueblo de Israel cometió muchos pecados y que, alguno de ellos, aparentemente sin importancia para ellos, eran de mucha gravedad ante los ojos de Dios. Hablemos sobre cómo...