Jorge González - Noche en la ciudad (Fiesta!) (Corazones en vivo)

Noche en la ciudad (Fiesta)
“Esta canción es el hoy: todos guardados. Y sospechosos. Quién sabe lo que se hace en la noche cuando estamos todos encerrados”.
González también cree que es un retrato de esa vida paralela que existe en la sociedad chilena, donde las apariencias camuflan toda clase de problemas, sobre todo en aquella parte que dice: “Es una noche ideal en la ciudad/ la gente reza en sus mesas con gran piedad/ todas las cosas que se hacen son por amor/ y solo esposos y esposas bajo el signo del señor/ Control remoto y el sillón la tranquilidad/ al final de la jornada que comodidad/ sin elementos negativos salvajes y tal/ que nos alteren el programa que elegimos usar”.
Hoy el sanmiguelino reconoce: “Es la doble cara (de Chile). O triple. O cuádruple. No van a parar esto. Los sobrepasa. Pero hacen lo que sea por no perder. Ya perdieron. No hay vuelta. Eso es Noche en la ciudad: una moral dudosa. Una moral para adentro”.
“En vivo era una gran fiesta. Muy grande”, califica al recordar cuando la interpretaban sobre un escenario.
Los fans de Los Prisioneros también sabrán que al cierre de la canción hay una segunda voz que, mientras González grita “¡moral!”, repite de modo engolado “Noche en la ciudad/todo el mundo a descansar/ Noche en la ciudad/ y mañana a trabajar”.
El artista zanja las dudas: “Era Gus haciendo de actor porno. Todo era joda al grabar. Puro pasarlo bien y disfrutar del disco que hacíamos. Por primera vez me dijeron que yo era ‘buen músico’. Antes era el malo. El desafinado. Eso me lo dijo Gus. Tiene todo merecido. Es un gran hombre. Gran ser humano. Me daba sanguchitos. Porque todo el viático se iba en taxi. Muy caro”.
Un 20 de mayo de 1990 salía a las calles Corazones, el cuarto disco de Los Prisioneros. Con el abandono de su histórico guitarrista, el ahora dúo liderado por Jorge González y secundado por Miguel Tapia develó a sus fanáticos un cambio radical que, aunque resistido por los más acérrimos, posicionó el último suspiro de la banda como el más exitoso de su historia.
Corazones fue el primer disco de Los Prisioneros que se grabó fuera de Chile. Bajo la dirección de los, por entonces, principiantes productores argentinos Anibal Kerpel y Gustavo Santaolalla, González fue el único de los miembros de la banda que en tres viajes a Los Ángeles, California, registró las nueve canciones que componen el mítico larga duración. Las razones las explicaría el mismo vocalista años más tarde, aludiendo a problemas de visa que tuvo Tapia y el abandono del proyecto por parte de Claudio Narea tras haber ensayado los temas por una única vez.
Aunque pueda decirse que Corazones es en rigor la primera aventura solista de González, la gira que acompañó el disco estuvo respaldada por Tapia en los tambores, Cecilia Aguayo en los teclados y el peruano Robert Rodríguez en guitarras y bajo.
Una portada icónica
Una camisa blanca ensangrentada con un corazón pero puesto al lado contrario. Así quiso graficar González un disco plagado de mensajes y declaraciones amorosas hacia un amor imposible, viciado y prohibido del que tanto se rumoreó en la prensa rosa. La portada diseñada por Vicente Vargas (el mismo de la edición La voz de los 80 editada por EMI y que todos conocemos) tiene al mismo González como modelo con una simple camisa blanca comprada en una tienda de Almacenes París ubicada en Lyon con Nueva Providencia. El autor de la fotografía fue Alejandro Barruel.
Como curiosidad, la primera edición chilena del disco editada en CD en 1995 tiene un leve cambio en la posición de la mancha de sangre que, al dar vuelta la foto, se ubica ahora si en el lado derecho de la imagen, justo en el corazón.