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"Cinco Poemas" by José Zárate, performed at the Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid.
Fundación Sax Ensemble.
Conductor: Santiago Serrate.
Con sólo cuarenta y dos años, el madrileño José Zárate puede presumir ya de una pequeña trayectoria jalonada de estrenos, premios y distinciones. A ello ha contribuido no sólo su talento sino también lo abultado de su catálogo en estos primeros años de su carrera creativa. Es asimismo un notable pianista y, actualmente, profesor del Conservatorio de Toledo.
Sax-Ensemble invitó en su día a Zárate a escribir una nueva composición con destino al presente ciclo madrileño y, como consecuencia, surgió la obra Cinco poemas, para cuarteto de saxofones, marimba y piano, compuesta en el verano de 2003. Toma como punto de partida cinco poemas de otros tantos poetas españoles actuales, sin que esta referencia vaya más allá de inspirar el mundo poético que va a perfumar cada una de las piezas respectivas. La obra resulta reflexiva, pero sin el menor asomo de dramatismo y, sobre todo, profundamente evocadora y elegante.
El autor escribe sobre esta pieza:
"Los textos de cinco poetas españoles contemporáneos (García Montero, Atxaga, Cobos Wilkins, Mestre y Pérez Estrada) son fundamentales en el desarrollo de esta obra, proponiendo en ella una visión subjetiva de dichas lecturas, a partir de la declamación musical de los intérpretes.
Las tímbricas, colores y sonoridades de la familia de los saxofones en su formación cuartetística, la marimba y el piano, junto con los lenguajes expresivos más personales, son parte de los elementos sonoros de dicho texto poético musical, potenciando conjuntamente al texto poético literario las ideas de expresión de ambos lenguajes artísticos".
I. Resumen, Luis García Montero
No existe libertad que no conozca,
ni humillación o miedo
a los que no me haya doblegado.
Por eso sé de amor,
por eso no medito el cuerpo que te doy,
por eso cuido tanto las cosas que te digo.
II. Las gaviotas, Bernardo Atxaga
Todas las tardes
se reúnen las gaviotas
frente a la estación del tren:
allí repasan sus amores.
En su libro de memorias,
dos flores de sándalo:
una señala las páginas de los puentes,
otra la de los suicidas.
Y también guardan una fotografía
del mendigo que, hace tiempo,
transportaba
los despojos del mercado.
Pero su pequeño corazón
-que es el de los equilibristas-
por nada suspira tanto
como por esa lluvia tonta
que casi siempre trae viento,
que casi siempre trae sol.
Por nada suspira tanto
como por el inacabable
(cabablé, cabablá),
continuo nadar
del cielo y de los días.
III. Álbum de fotos, Juan Cobos Wilkins
¿Cómo sería posible recordar
lo que ya he olvidado
de mi vida, de mí?
Si ahora fijo los ojos
como una cobra alzada,
hipnóticos sus ojos en los míos,
apenas reconozco este octubre
-tantos años después-
el reflejo que veo:
la mano
de aquel niño
tendida en la tormenta
a mi mano de hoy.
IV. Canción, Juan Carlos Mestre
En la colina, al atardecer, está mi amor mirando al mar,
en la colina verde, en la encantada colina del atardecer.
En todo lo que sus ojos es azul el verano, las luces
de los barcos le dirán qué ayer, qué orilla de tristeza al anochecer.
La brisa de la tarde, los astros que a lo lejos comenzarán
a arder, tiemblan en mi alma al anochecer.
En la colina verde, en la encantada colina del atardecer.
V. Alba torcaz, Rafael Pérez Estrada
Quién puede distinguir el alba torcaz en su vuelo.