L322 Reflexiones de Sarah - Lección 322. Tan sólo puedo renunciar a lo que nunca fue real.

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@ReflexionesdeSarah Жыл бұрын

Lección 322 Tan sólo puedo renunciar a lo que nunca fue real. Comentario de Sarah: Mientras que para Dios “cualquier sacrificio sigue siendo algo por siempre inconcebible.” (L.322.2.1), para nosotros la rendición se siente como si estuviéramos renunciando a algo que todavía valoramos. No vemos que lo único que cedemos es el miedo. Nos resistimos a renunciar al control y a la identidad que hemos establecido. Como el ego nos ha convencido de que robamos nuestra individualidad matando a Dios, nuestro miedo es que ahora sea el momento de la venganza. Se levantará de su tumba y nos exigirá algo que nos hará daño, por lo que establecemos defensas para protegernos de lo que hemos hecho de Él: un Dios enfadado que persigue a un hijo culpable. Un aspecto central del sistema de pensamiento del ego se basa en la noción de que para que yo consiga lo que quiero, se requiere un sacrificio. El origen del sistema de pensamiento del sacrificio vino con la creencia de que para que nuestro yo individual existiera, Dios tenía que ser sacrificado porque la individualidad y la Unidad no pueden existir al mismo tiempo. Es un caso de "uno o el otro"; Dios o yo. Este sistema de pensamiento está ahora en la mente y se desarrolla en el mundo de la forma, donde para que consigamos lo que queremos, alguien debe perder. Así, se forjó un mundo de competencia en el que nuestra ganancia es la pérdida de alguien, y esto se manifiesta en nuestras relaciones, que son de regateo. Te doy algo, pero espero algo a cambio, y si no me lo das, te consideraré culpable y merecerás morir como castigo por tu pecado. Esto puede sonar drástico, pero así es como valoramos nuestro especialismo. “Y al estar siempre furioso por el constante ataque al que siempre crees estar sometido y al sentir que tu ira está plenamente justificada, te has empeñado en lograr este objetivo con un ahínco del cual jamás pensaste desistir y con un esfuerzo que nunca pensaste abandonar. Y toda esa feroz determinación fue para esto: querías que ser especial fuese la verdad.” (T.24.VI.11.4-5) (ACIM T.24.VII.59) Para entregarnos a Dios, tememos tener que sacrificar todo lo que consideramos importante en nuestra vida. Tememos tener que renunciar a nuestros placeres, a nuestras relaciones especiales, a nuestro dinero, a nuestras comodidades y a todo lo que valoramos. Jesús nos asegura que no renunciamos a nada de valor, porque lo que valoramos nos trae sufrimiento. A lo que luchamos por aferrarnos son las cosas que nos mantienen presos y en el dolor. Aferrarse a lo que no tiene valor es la fuente de todo nuestro dolor. ¿Queremos renunciar a “un lugar de descanso donde el silencio es tan absoluto que no se oye ningún sonido, excepto un himno que se eleva hasta el Cielo para brindar júbilo a Dios el Padre y al Hijo.”? (T.29.V.1.3) (ACIM OE T.29.VI.31) ¿Hay algo más valioso que este tipo de paz que sólo puede venir de dejar ir lo que nunca fue real, para poder recordar que somos el Hijo de Dios? Nuestro miedo a seguir este camino está relacionado con la idea de la renuncia, que aparece en muchas tradiciones religiosas. La religión tradicional gira en torno al sacrificio, donde el sufrimiento demuestra que somos dignos del amor de Dios. Conocemos historias de grandes seres espirituales que se han sacrificado por una recompensa anticipada en el Cielo. Helen Schucman dijo lo siguiente sobre la renuncia: "No se te pide que sacrifiques lo bueno o lo deseable de ninguna manera. Sólo se te pide que renuncies a todas las cosas que destruyen tu paz. Porque Dios es Amor. Centra tus pensamientos en Él, y verás que Él te da todo, sin más ni menos concebible de ahora en adelante, y en lo eterno. La pena es una percepción inexacta; el dolor no es más que un triste error. No renuncies más que a esto, y llamarás a Cristo para que te perdone y renueve". “Muchos han elegido renunciar al mundo cuando todavía creían que era real. Y como resultado de ello se han visto abatidos por una sensación de pérdida, y, consecuentemente, no se han liberado. Otros no han elegido otra cosa que el mundo, y su sensación de pérdida ha sido aún mayor, lo cual no han sido capaces de entender.” (L.155.4.2-4) “Entre estas dos sendas hay un camino que conduce más allá de cualquier clase de pérdida, pues tanto el sacrificio como la privación se abandonan de inmediato. Éste es el camino que se te pide recorrer ahora. Caminas por esta senda tal como otros lo hacen, mas no pareces ser distinto de ellos, aunque ciertamente lo eres. Por lo tanto, puedes ayudarlos al mismo tiempo que te ayudas a ti mismo, y encauzar sus pasos por el camino que Dios ha despejado para ti y para ellos, a través de ti.” (L.155.5.1-4) "La ilusión aún parece estar ceñida a ti, a fin de que puedas comunicarte con ellos. Sin embargo, ha retrocedido. Y no es de ilusiones de lo que te oyen hablar, ni son ilusiones lo que les presentas para que sus ojos las vean y sus mentes las entiendan. La verdad, que va delante de ti, tampoco puede hablarles a través de ilusiones, pues este camino conduce ahora más allá de la ilusión, y mientras sigues adelante los llamas para que te sigan.” (L.155.6.1-4) “Todos los caminos conducen finalmente a éste. Pues el sacrificio y la privación son sendas que no llevan a ninguna parte, decisiones que conducen al fracaso, así como metas que jamás se podrán alcanzar. Todo esto retrocede a medida que la verdad se alza en ti para que conduzcas a tus hermanos lejos de los caminos de la muerte y los encamines por la senda de la felicidad.” (L.155.7.1-3) Continúa...

@MarisaVazquez60 Жыл бұрын

Gracias, gracias gracias. Bendiciones!💖🫂🙏

@ana.martin-aragon Жыл бұрын

📘 *LECCIÓN 322* *Tan sólo puedo renunciar a lo que nunca fue real.* 1. Lo único que sacrifico son las ilusiones, nada más. 2Y a medida que éstas desaparecen, descubro los dones que trataban de ocultar, los cuales me aguardan en jubilosa espera, listos para entregarme los ancestrales mensajes que me traen de Dios. 3En cada don Suyo que acepto yace Su recuerdo. 4Y cada sueño sirve únicamente para ocultar el Ser que es el único Hijo de Dios, el Ser que fue creado a Su Semejanza, el Santo Ser que aún mora en Él para siempre, tal como Él aún mora en mí. 2. _Padre, para Ti cualquier sacrificio sigue siendo algo por siempre inconcebible. 2Por lo tanto, sólo en sueños puedo hacer sacrificios. 3Tal como Tú me creaste, no puedo renunciar a nada que Tú me hayas dado. 4Lo que Tú no has dado es irreal. 5¿Qué pérdida puedo anticipar sino la pérdida del miedo y el regreso del amor a mi mente?_ ✨

@ana.martin-aragon Жыл бұрын

Gracias 💖 Amor y bendiciones 🤗✨

@ReflexionesdeSarah Жыл бұрын

Continuación Reflexión L322... Recuerdo haber preguntado a mi jefe, un ministro de la Asamblea Legislativa, qué le gustaba de su trabajo. Dijo que era el subidón de adrenalina que le producía. Los "placeres" del mundo son así. Nos dan una emoción, otra conquista, otra ganancia momentánea, otro logro y un subidón de adrenalina, pero ¿cuánto dura y cuán profundamente satisfactorio es? Eso es lo que se nos pide que veamos cuando examinamos la idea del sacrificio. Mientras transcurra tu día, pregúntate a ti mismo: ¿Qué es lo que realmente quiero? ¿Me traerá la paz profunda que digo que deseo? Si nos preguntamos esto en todo, empezaremos a ver lo que es importante para nosotros. Podemos investigar qué es lo que tenemos como importante y cuestionar su valor para nosotros. ¿Me aporta la libertad que busco? ¿Es profundamente satisfactorio? ¿Salir a comprar otra prenda de vestir me aportará una profunda sensación de paz y alegría? ¿Son esas vacaciones al sol la respuesta a mi necesidad de paz y felicidad? Todo tiene que ver con el propósito. ¿Para qué es? ¿Estamos llamados a dejarlo todo por Dios? No, eso se sentiría como un sacrificio mientras sigamos queriendo y creyendo que tiene valor para nosotros. Se nos pide que reconozcamos el valor real, que es conocer el Ser que somos, tal como fue creado por Dios. Este mundo ilusorio es el lugar al que llegamos para olvidar nuestra realidad y escondernos de la verdad. “Y cada sueño sirve únicamente para ocultar el Ser que es el único Hijo de Dios, el Ser que fue creado a Su Semejanza, el Santo Ser que aún mora en Él para siempre, tal como Él aún mora en mí.” (L.322.1.4) Jesús dice que, al renunciar a nuestra inversión en la ilusión, no estamos sacrificando más que los pensamientos temerosos que tenemos en la mente. Cuando reconocemos esto, no hay sacrificio. Lo que no tiene valor simplemente desaparece. “Y a medida que las ilusiones desaparecen, descubro los regalos que trataban de ocultar, los cuales me aguardan en jubilosa espera, listos para entregarme los ancestrales mensajes que me traen de Dios. En cada regalo Suyo que acepto yace Su recuerdo.” (L.322.1.2) Jesús nos ayuda a ver que la vida espiritual no consiste en que alguien nos quite nuestros juguetes o nos exija renunciar a lo que todavía nos parece valioso y a lo que creemos que nos hará felices. Por el contrario, nos ayuda a ver que esas cosas nunca nos harán felices y que sólo nos traen una sensación de pérdida más profunda. Cuando veamos que nuestro apego a ellas sólo nos trae sufrimiento y pérdida, dejaremos de buscar en ellas nuestra felicidad. Todo puede tener un propósito santo. La pregunta que debemos hacernos en todo es: "¿Para qué sirve?". Es para despertarnos a lo que somos o para mantenernos invertidos en el mundo ilusorio. Se nos pide que miremos al mundo con gran honestidad y a nuestra experiencia en él y lo evaluemos verdaderamente. En el capítulo 19, "Los obstáculos a la paz", se nos recuerda: “Es imposible tratar de obtener placer a través del cuerpo y no hallar dolor.” (T.19.IV.B.12.1) (ACIM OE T.19.Vb.71) En el capítulo 27 VI, “Los Testigos del Pecado”, (ACIM OE 27 VII) se muestra que el dolor y el placer tienen un solo propósito: tratar de hacer realidad el cuerpo. Incluso aquellas cosas que pensamos que nos darán placer en el mundo sólo nos dan un alivio temporal o un "subidón" temporal, que se desvanece rápidamente, y pronto empezamos a buscar la siguiente "dosis". Hablamos de estos acontecimientos "placenteros" como "buenos recuerdos". A veces, vuelvo a ver fotos de reuniones familiares, vacaciones que he tomado, eventos que he disfrutado y situaciones en las que he destacado sólo para notar que son una satisfacción momentánea sin ningún poder real de permanencia. En otras palabras, estos supuestos placeres se desvanecen rápidamente de nuestra experiencia, y cuando pensamos en ellos honestamente, vemos que todos los placeres están teñidos de dolor porque lo que parecía darnos placer es transitorio. El ego busca continuamente pero nunca encuentra. Es como el buscador de emociones que necesita emociones cada vez más grandes para conseguir el "subidón" que busca. Ahora, Jesús contrasta estos "sustitutos" con lo real: la experiencia del Amor de Dios y la experiencia de Su paz y alegría. Sigue asegurando que no renunciamos a nada cuando abandonamos nuestras ilusiones. Cuando miramos honestamente nuestra vida, que es lo que nos pide, podemos ver que “Cada cosa que valoras aquí no es sino una cadena que te ata al mundo, y ése es su único propósito. Pues todas las cosas tienen que servir para el propósito que tú les has asignado, hasta que veas en ellas otro propósito. El único propósito digno de tu mente que este mundo tiene es que lo pases de largo, sin detenerte a percibir ninguna esperanza allí donde no hay ninguna.” (L.128.2.1-3) Sólo lo que es eterno tiene valor y todo lo que no es eterno no tiene valor y nos trae más dolor y culpa. Jesús nos pide: “¡Que la honestidad te acelere en tu camino, y que al contemplar en retrospectiva las experiencias que has tenido aquí no te dejes engañar! Por todas ellas hubo que pagar un precio exorbitante y sufrir penosas consecuencias.” (T.30.V.9.11-12) (ACIM OE T.30.VI.65) “No mires atrás excepto con honestidad. Y cuando un ídolo te tiente, piensa en lo siguiente: Jamás te dio un ídolo cosa alguna, excepto el "regalo" de la culpabilidad. Cada uno de ellos se compró con la moneda del dolor, y nunca fuiste tú solo quien pagó por él.” (T.30.V.10.14) (ACIM OE T.30.VI.66-67) Nada nos será arrebatado. Nada ocurre contra nuestra voluntad. Sólo se nos invita a contrastar lo que son los dones eternos con los que ofrece el mundo. No hay nada a lo que tengamos que renunciar. De hecho, podemos entregarlos para un fin distinto. Por ejemplo, nuestro hogar, al que una vez me referí como una jaula de oro después de mi retiro de un año en Sedona, fue entregado para ser usado por el Espíritu Santo para Sus propósitos. Mi computadora está siendo usada para comunicar Sus mensajes. Mi cuerpo puede ser utilizado por Él para dar amor, al igual que mi coche, mi dinero y todo lo que considero mío. La pregunta es siempre: "¿Para qué sirve?". Cada vez más, simplemente encuentro sin interés cosas que antes encontraba placenteras. Ya no encuentro "divertido" ir de compras. No tengo el interés que antes tenía por viajar a lugares exóticos. He perdido el interés por los conciertos y las obras de teatro, en su mayor parte, y las películas y los libros ya no me sirven de distracción, sino sólo para vigilar la mente con el Espíritu Santo. Ya no quiero depender de mí misma para resolver los problemas. Confío en lo que me da el Espíritu Santo cuando acudo a Él en busca de respuestas. Mi confianza en Sus respuestas ha crecido considerablemente. ¿Se nos pide que renunciemos a lo que todavía creemos que queremos? ¿Debemos sentirnos culpables si buscamos un escape en las películas? En absoluto. No es útil negarnos a nosotros mismos lo que todavía pensamos que queremos y sentirnos culpables cuando nos entregamos a nuestros "placeres" mundanos. Con el tiempo, veremos que “es el precio que hay que pagar por la negación de la verdad”. (Manual para el Maestro.13.5.3) En otras palabras, pagamos el precio en miedo y falta de paz cuando negamos la verdad de lo que somos. Es el sacrificio del amor, “el cual tiene que pagarse con miedo.” (T.15.X.6.8) (ACIM OE T.15.X.98) Hay un pasaje maravilloso en el Manual para el Maestro, Sección 13, “¿Cuál es el verdadero significado del sacrificio?” En esta Sección, Jesús reconoce: “Se tiene que haber aprendido mucho, tanto para darse cuenta de que el mundo no tiene nada que ofrecer como para aceptar este hecho.” (M.13.2.1) Cada vez que tomamos una decisión por algo del mundo, sacrificamos nuestra verdadera alegría. La alegría siempre está ahí, esperando que la aceptemos, pero requiere que la veamos como la única cosa que realmente deseamos. “Y a medida que las ilusiones desaparecen, descubro los regalos que trataban de ocultar, los cuales me aguardan en jubilosa espera, listos para entregarme los ancestrales mensajes que me traen de Dios.” (L.322.1.2) Hasta que no experimentemos esto, pondremos en duda su veracidad. Jesús nos recuerda continuamente lo hermosa que es esta experiencia de alegría, y nos dice: “Te estoy conduciendo a una nueva clase de experiencia que cada vez estarás menos dispuesto a negar.” (T.11.VI.3.6-9) (ACIM OE T.10.VII.61) Cuando salimos del sueño y miramos con el Espíritu Santo, vemos que aquello a lo que nos aferramos nos hace daño. Nos aferramos a una imagen del yo que ni siquiera existe. Nos aferramos a un mundo que no está "ahí fuera", sino sólo en nuestra propia mente. No renunciamos a las formas de este mundo, pero las usamos ahora para el propósito del Espíritu Santo. Amor y bendiciones, Sarah huemmert@shaw.ca