Lección 357 La verdad contesta toda invocación que le hacemos a Dios, Respondiendo primero con milagros, y luego Retornando a nosotros para ser ella misma. Comentario de Sarah: A través del proceso del perdón, escapamos de la prisión que construimos. La verdad es que en realidad no vivimos en la prisión de este mundo, aunque pensemos que estamos cautivos en ella. A través del perdón, somos liberados de la prisión que nosotros mismos creamos. Esto requiere que cuestionemos todos los conceptos, valores y creencias que sostenemos. Nos hemos adaptado a esta aparente prisión a través de nuestro condicionamiento. Deshacer esta mente condicionada, y reconocer cuán equivocados hemos estado en todo lo que pensamos, es lo que se necesita para escapar de nuestro sentido de encarcelamiento y creencia que sostenemos en la carencia y la limitación. Como escribe Alan Cohen: "Consideramos admirable estar bien adaptados, pero la verdadera pregunta es '¿Bien adaptados a qué?' Si estás bien adaptado al dolor, al conflicto y al pensamiento de pobreza, no estás bien adaptado en absoluto. Si, por el contrario, estás bien adaptado a escuchar tu voz interior y a actuar en consecuencia, sí que estás bien adaptado. Nos desviamos espiritualmente cuando aceptamos cosas que nos hacen daño durante tanto tiempo que perdemos nuestra capacidad de sentir dolor. Aunque el dolor no es nuestro estado natural ni nuestro destino, y ciertamente no estamos hechos para vivir con dolor, es la señal de que debemos hacer un cambio. No podemos permitirnos perder la capacidad de escuchar esa señal. Para evitar la deriva, empieza a decir la verdad sobre tus experiencias. Si te permites sentir tus sentimientos, descubrirás mensajes valiosos que te guiarán para estar en el lugar adecuado con las personas adecuadas en el momento adecuado. Muchas personas me han contado que tuvieron una mala intuición sobre una relación o una aventura empresarial, pero que hicieron caso omiso de sus instintos y luego se arrepintieron. Tu cuerpo te hablará. Tu instinto puede decirte "¡Sí!" o "¡No es para mí!" y depende de ti escuchar y actuar según la voz del amor y la sabiduría de tu interior; es tu mejor amigo". Cada pensamiento de duda que tenemos sobre nosotros mismos debe ser cuestionado. Tenemos que preguntarnos a menudo: "¿Es verdad esta creencia que tengo? ¿Es cierto este pensamiento de duda que sostengo? ¿Este problema que creo que tengo es realmente un problema? ¿Es realmente yo quien creo que soy?". Cuando cuestionamos nuestros pensamientos, nuestras dudas, nuestras falsas creencias y todos nuestros autoconceptos y los llevamos a la verdad, la verdad alborea en la mente. Nuestra parte es mirar nuestros pensamientos condicionados con honestidad y sinceridad y estar dispuestos a entregarlos al Espíritu Santo. Él hace el resto. En cada situación, tenemos la oportunidad de elegir aferrarnos a nuestras ideas o entregarlas para Su Corrección. Por nuestra decisión, nos convertimos en una demostración de la elección que hemos hecho. Demostramos a nuestros hermanos que cualquiera puede hacer la misma elección que nosotros hemos hecho, y así, nos convertimos en un ejemplo de esta elección. Continúa...
@MarisaVazquez60 Жыл бұрын
Gracias, gracias, gracias. Bendiciones!💖🫂🙏
@ceciliacalderon5593 Жыл бұрын
Muchas gracias ❤
@pilarnavarro5905 Жыл бұрын
Gracias ✨
@ReflexionesdeSarah Жыл бұрын
Continuación Reflexión L357... “Tu santo Hijo me es señalado, primero en mi hermano, y después en mí.” (L.357.1.2) Nuestras dudas y temores se proyectan en nuestros hermanos, que es el primer lugar donde los veremos. Veo el pecado en mi hermano, que es como veo mis proyecciones de mi propia autocondena. Sin embargo, si me retracto de lo que proyecto y reconozco que es mi juicio sobre mí mismo, puedo elegir renunciar a ello. Esto puede parecer un proceso doloroso al principio y, de hecho, puede engendrar miedo porque en lugar de ver el pecado y la culpa en nuestros hermanos, ahora lo vemos en nosotros mismos. Cuando permitimos que afloren las partes privadas y profundamente ocultas de nuestra mente y las miramos sin juzgarlas, entonces el milagro nos muestra nuestra inocencia divina. No podemos hacernos cargo de esa parte. Dejamos la corrección al Espíritu Santo. Nuestra parte es simplemente traer nuestros pensamientos falsos a la verdad. No podemos corregirnos a nosotros mismos ni hacer el trabajo de intentar arreglarnos y mejorarnos. El ego nos urge a seguir trabajando en nosotros, ya que mantiene a salvo nuestra falsa auto-identidad. El ego quiere tener el control del proceso. El verdadero perdón pone al Espíritu Santo al mando. Requiere que cedamos nuestro camino a Él, lo que no es fácil para nosotros, ya que nos lleva a lo desconocido, lo que provoca miedo. Pensamos que nuestras percepciones son la verdad. Racionalizamos y justificamos nuestra manera de ver las cosas. Defendemos la objetividad de nuestras percepciones porque queremos tener razón. Por eso es tan difícil soltar, porque en esencia es soltar lo que creemos que somos. La prisión en la que pensamos que vivimos ha sido construida por falsas creencias. Cada vez que elegimos perdonar, es nuestra llamada a Dios, y siempre es respondida. Cuando podemos “contemplar su impecabilidad [la de nuestro hermano]” (L.357.1.5), contemplamos nuestra propia inocencia. Con voluntad, deseo y gran humildad, llegamos a experimentar la curación que nos lleva a las puertas del Cielo. Sean como niños. “Sé humilde ante Él, y, sin embargo, grande en Él.” (T.15.IV.3.1) (ACIM OE T.15.V.37) Somos guiados en cada paso del camino, y con Su guía, aprendemos a dar como recibimos. El milagro deshace nuestras percepciones erróneas. Todo el Curso trata sobre cambiar nuestra percepción para que podamos ver que nada real puede ser amenazado y que nada irreal existe. El resultado es un cambio en cómo percibimos el mundo, a nosotros mismos, a los demás y a cada acontecimiento y circunstancia de nuestra vida. Todo empieza con lo que tenemos delante y con lo que creemos sobre nuestras experiencias. Jesús aclara cómo se crearon nuestras falsas creencias. Creemos que somos cuerpos, que vivimos en este mundo con otros que nos hacen daño, nos traicionan, nos molestan y nos victimizan. Estas creencias son las que estamos llamados a investigar. Estamos aprendiendo a perdonar, para poder ver a nuestro hermano, que parece ser el responsable de nuestro dolor, como el Hijo de Dios. No estamos separados. El proceso del perdón, un reflejo del Amor de Dios en este mundo, permite que surja una nueva percepción, para que podamos ver a nuestro hermano sin pecado. Pero primero, necesitamos ver cómo estamos juzgando actualmente a nuestro hermano y luego estar dispuestos a pedir una nueva percepción. El Curso no trata de negar la forma en que vemos ahora. Se trata de tomar esos juicios y cuestionarlos. Estamos llamados a no hacer real el error, es decir, a no ver nuestros juicios sobre alguien o algo como verdaderos. Si queremos conocer nuestra inocencia, necesitamos la ayuda del Espíritu Santo para deshacer nuestras percepciones erróneas. Todo lo que se necesita es deseo y motivación para ver realmente quién es nuestro hermano. Nuestra mayor oportunidad para aprender a perdonar es de esas mismas personas a las que preferiríamos no ver: aquellas a las que preferiríamos evitar, ignorar, disgustar, desestimar, temer, odiar y condenar, así como aquellas con las que hacemos comparaciones considerándonos superiores y especiales. Éstas son las personas que nos ofrecen otra oportunidad para mirar los juicios que albergamos en la mente y el dolor de nuestra autocondena. Como nos recuerda Jesús: “Únicamente lo que tú no has dado es lo que puede faltar en cualquier situación.” (T.17.VII.4.1) (ACIM OE T.17.VIII.67) Todas las circunstancias aparentemente infelices están ahí para nuestro despertar. “Lo que a ti te hace dichoso le causa dolor al ego, y mientras tengas dudas con respecto a lo que eres, seguirás confundiendo la dicha con el dolor.” (T.7.X.3.6) (ACIM OE T.7.XI.101) Nos ha enseñado que no podemos distinguir nuestros mayores avances de nuestros mayores retrocesos en este viaje de sanación. Ver la divinidad en nuestros hermanos es reconocer que la misma divinidad debe estar en nosotros. Si atacamos a nuestro hermano y lo degradamos, si somos mezquinos y rencorosos, o si somos falsamente empáticos y nos identificamos con su debilidad, entonces claramente, vemos esta capacidad en nosotros mismos; y decidiremos que no es posible que seamos el Hijo de Dios. Así nos negamos a nosotros mismos nuestra inocencia inherente. Cuando extendemos el perdón, el amor y la aceptación a nuestros hermanos, se despeja el camino para ese mismo amor y aceptación para nosotros mismos. Constantemente evaluamos nuestro comportamiento hacia los demás y, a partir de ahí, nos juzgamos a nosotros mismos. No podemos comportarnos de forma mezquina, rencorosa y agresiva y seguir considerándonos inocentes. No es el juicio de Dios sobre nosotros, sino el nuestro el que nos echamos en cara. Y ya sea que nos juzguemos a nosotros mismos o a nuestro hermano, es lo mismo. La curación requiere que veamos nuestro comportamiento mezquino y rencoroso y elijamos entregar nuestros pensamientos de odio al Espíritu Santo sin juzgarnos a nosotros mismos. En todo caso, alégrate de ver lo que hay en tu mente, ya que sólo así se puede lograr la curación. “Tu Voz me enseña con gran paciencia a oír Tu Palabra y a dar tal como recibo.” (L.357.1.3) Jesús nos pide que escuchemos la Voz de Dios, que nos instruye constantemente para que encontremos el camino de vuelta a Él contemplando la impecabilidad de nuestro hermano. La ley del amor afirma que lo que veo en mi hermano, lo recibo para mí. Por eso necesitamos a nuestros hermanos como una pantalla de proyección en la que podemos ver nuestra culpa, así como encontrar nuestra inocencia. No la encontraremos sólo en nosotros mismos. Debemos verla primero en nuestros hermanos, para poder conocerla después en nosotros mismos. “Y conforme contemplo a Tu Hijo hoy, oigo Tu Voz indicándome la manera de llegar a Ti, tal como Tú dispusiste que ésta debía ser. "Contempla su impecabilidad y sé curado"”. (L.357.1.4-5) No siempre es posible en nuestro estado actual ver a nuestro hermano sin pecado, pero sí es posible querer verlo así y eso es lo que podemos pedir. “Tu pregunta no debería ser: "¿Cómo puedo ver a mi hermano sin su cuerpo?" sino, "¿Deseo realmente verlo como alguien incapaz de pecar?"”. (T.20.VII. 9.2) (ACIM OE T.20.VIII.66) Este Curso es, en definitiva, muy práctico. Nuestro hermano nos muestra el camino a casa. Nuestro hermano es nuestro salvador. Nuestro proceso no es abstracto y se centra en una experiencia mística de unión con Dios. Aunque ese tipo de experiencia es motivadora y tiene valor, nuestro camino no es solitario. Encontramos a Dios a través del perdón de quienes nos rodean en nuestra vida cotidiana y ordinaria. Perseguir la experiencia espiritual sin centrarnos en todas nuestras relaciones y encuentros sólo retrasará nuestra curación. En este tiempo de Navidad, aprendemos que Cristo nace en la relación santa. Allí donde un viejo odio se ha convertido en un amor presente, es un terreno verdaderamente sagrado donde nace el Cristo que hay en nosotros. Amor y bendiciones, Sarah huemmert@shaw.ca
@betzabeipince1661 Жыл бұрын
Gracias y bendiciones
@ReflexionesdeSarah Жыл бұрын
Amor y bendiciones Betzsbe. Gracias por tu compañía. 🙏🏻🕊🙏🏻
@ana.martin-aragon Жыл бұрын
📘 *LECCIÓN 357* *La verdad contesta toda invocación que le hacemos a Dios, respondiendo primero con milagros, y luego retornando a nosotros para ser ella misma.* 1. _El perdón-el reflejo de la verdad-me enseña cómo ofrecer milagros y así escapar de la prisión en la que creo vivir. 2Tu santo Hijo me es señalado, primero en mi hermano y después en mí. 3Tu Voz me enseña pacientemente a oír Tu Palabra y a dar tal como recibo. 4Y conforme contemplo a Tu Hijo hoy, oigo Tu Voz indicándome la manera de llegar a Ti, tal como Tú dispusiste que ésta debía ser:_ 🔹 _5”Contempla su impecabilidad y sé curado”._ ✨