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Santa Ana Chapitiro, Municipio de Pátzcuaro, Michoacán.- A orillas de esta carretera, en Santa Ana Chapitiro, dentro del municipio de Pátzcuaro y cerca del lago del mismo nombre, hay una casa muy particular, en la que se ha instalado una especie de templo de adoración a la que llaman, La Niña, La Niña Blanca o la Santísima Muerte.
Aquí no se le teme a la muerte, aquí se le venera y se le rinde tributo, ya sea de bronce, cobre, madera, plumas, barro, papel, cantera o yeso; esculpida o pintada en acuarela, óleo o pastel y hasta vestida con el uniforme del América, la Santa Muerte se exhibe de diferentes formas en patios y paredes del santuario de dos plantas instalado en este antiguo pueblo, que con más de 15 años de vida se ha convertido en referencia nacional para los adoradores del culto.
Sus visitantes que llegan de todos los rincones de México, dicen que hablan con ella y a través de estas figuras, le ponen dinero en sus manos y hasta el destino de su vida o su negocio.
¿Pero cómo nació esta cultura de adoración que podría causar risa a algunos, preocupación en otros o indiferencia en otros tantos? Quizás se sorprenda que el culto a la muerte, al menos en este lugar, nació de una buena intención por conjugar la religión azteca y purépecha con el tributo a la muerte de parte de un sacerdote del templo de este pueblo de Santa Ana Chapitiro hace más de medio siglo