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Nadie cree en ti
como lo hace tu Madre;
ni tú mismo.
El amor de una Madre es infinito,
aunque no te lo merezcas.
Mi Madre tenía la habilidad de repartir
un bizcocho o pastel (tarta) para
diez personas haciendo
los cortes precisos para obtener
ocho trozos.
Un buen día me enteré que
lo repartía de la siguiente forma:
uno, el primero, para mi padre,
uno para cada uno de los seis mayores
y el que quedaba lo repartía
entre los dos pequeños;
ella siempre decía que no le apetecía,
pero dejaba el plato limpio de las migajas.