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El color desapareció del rostro de la esposa infiel, y se volvió pálida. Lloraba, mirando la patética figura del hombre que, en esencia, era su amante...
Fue mi sorpresa tanto para mi esposa infiel como para nuestro terapeuta, y en el futuro podrán reunirse sin mí para averiguar dónde se equivocaron. Mi esposa puede pagar.