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El rechazo, aunque doloroso, es una experiencia transformadora que nos invita a cultivar virtudes estoicas como la fortaleza y la templanza. A través de la comprensión de que nuestro valor no depende de la opinión ajena, podemos enfrentar el rechazo con serenidad. Esta perspectiva nos permite aprender de las dificultades, replantear nuestras metas y encontrar autenticidad, convirtiendo cada rechazo en una oportunidad para crecer y fortalecer nuestra paz interior.