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José "Joseíto" Fernández Díaz (1908-1979) fue un músico y compositor cubano, que a los doce años cantaba serenatas con sus amigos del barrio. Años después, y sin poseer estudios musicales académicos, formó tríos y sextetos de aficionados, hasta que comenzó a cantar en varias orquestas típicas. Durante su juventud trabajó como zapatero, vendedor de periódicos y otros múltiples oficios con los que debió sustentar a su familia. Comenzó a trabajar en una estación de radio de Guantánamo hacia finales de la década de 1920, pero no fue hasta 1928 cuando logró reconocimiento al componer este conocidísimo tema, al que luego se le añadirían versos originales de José Martí, con otros agregados suyos.
En Cuba, los campesinos reciben el nombre de guajiros, por eso se denomina música guajira a la surgida e interpretada en las zonas rurales de la isla de Cuba y guarda semejanza con la criolla y con el punto cubano pero con algunas diferencias. En la guajira alternan los ritmos de tres por cuatro y seis por ocho y la letra, versificada, está casi siempre en la forma de una décima.
Inicialmente, la canción contenía cuatro estrofas sacadas de fragmentos diversos de la obra VERSOS SENCILLOS de José Julián Martí Pérez (1853-1895), político republicano democrático, pensador, periodista, filósofo y poeta cubano de origen español, creador del Partido Revolucionario Cubano y organizador de la Guerra del 95 o Guerra Necesaria. Perteneció al movimiento literario del modernismo. Joseíto Fernández fue añadiendo estrofas propias y quitando otras, en sus diversas actuaciones en las que, a veces improvisaba. El ejemplo lo tenemos en esta última aparición suya televisiva, cuando ya estaba muy enfermo de parkinson.
LA GUANTANAMERA. Guajira
Música: Joseíto Fernández
Letra: José Martí
I:1
Yo soy un hombre sincero
de donde crece la palma,
y antes de morirme quiero
echar mis versos del alma.
V:3
Mi verso es de un verde claro
y de un carmín encendido:
mi verso es un ciervo herido,
que busca en el monte amparo.
XXXIX:1
Cultivo una rosa blanca
en julio como enero,
para el amigo sincero,
que me da su mano franca.
III:2
Con los pobres de la tierra
quiero yo mi suerte echar:
el arroyo de la sierra
me complace más que el mar.