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𝙈𝙞𝙣𝙞𝙨𝙚𝙧𝙞𝙚: «𝙇𝘼 𝙈𝘼𝙏𝙀𝙍𝙄𝘼 𝙔 𝘿𝙄𝙊𝙎»
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 1: ¿𝗤𝘂𝗶é𝗻 𝗲𝘀 𝗲𝗹 𝗽𝗮𝗽á 𝗱𝗲 𝗗𝗶𝗼𝘀?
¿Quién es el papá de Dios? ¿Cuál es su origen? No lo tiene. Expliquemos: Existen las cosas (y eso es lo más evidente), existe algo. Y como existe algo, siempre ha existido algo, porque si hubiera existido un instante en que hubiera habido nada, entonces nada hubiera ahorita: porque de la nada, nada sale. Entonces ese algo que siempre siempre ha existido, sin principio jamás, algunos creen que es la materia; nosotros le llamamos Dios.
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 2: ¿𝗟𝗮 𝗺𝗮𝘁𝗲𝗿𝗶𝗮 𝗲𝘀 𝗲𝘁𝗲𝗿𝗻𝗮?
La ciencia actual dice que un día se apagarán las estrellas y llegará la muerte térmica, que se desintegrarán las galaxias, los agujeros negros, y los mismos átomos; finalmente, llegará la aniquilación del protón, que es 𝘭𝘢 𝘮í𝘯𝘪𝘮𝘢 𝘶𝘯𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘦𝘴𝘵𝘳𝘶𝘤𝘵𝘶𝘳𝘢𝘥𝘰𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘢𝘵𝘦𝘳𝘪𝘢. Entonces todo se convertirá (y para siempre), en un mar caótico de quarks, neutrinos y fotones… algo mucho menos que polvo. La materia que (según la ciencia) termina así, y que tiene tantos cambios (lo cual es también señal de fragilidad), ¿podría tener origen eterno? Para que algo exista desde siempre, debe ser muy fuerte y sin cambios, como un gran «motor inmóvil» (como ya intuyó Aristóteles). Por lo tanto, si la materia no reúne las características para ser eterna, entonces lo es Otro: Dios.
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 3: 𝗘𝗹 𝗰𝗶𝗲𝗹𝗼 𝘆 𝗲𝗹 𝗜𝗻𝗳𝗶𝗻𝗶𝘁𝗼
¿Dónde termina el cielo? ¿Dónde acaba ese gran hueco llamado espacio? ¿Puede alguien convencerme de que esa inmensidad tiene un límite o un techo? Porque lo estoy viendo y pienso: «Eso no tiene fin», pero al mismo tiempo digo: «No es posible que no tenga fin». Esta contrariedad nos enseña al menos dos cosas: Primero: que nuestra mente es limitada, y segundo: Que lo infinito existe, como lo es el origen eterno de Dios o que su esencia es infinita. Hay infinitos reales, aunque nuestra mente se confunda, se abrume o desestabilice al pensar en eso.
𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 4: 𝗖𝗶𝗲𝗹𝗼𝘀 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗼𝘀 𝘆 𝘁𝗶𝗲𝗿𝗿𝗮 𝗻𝘂𝗲𝘃𝗮
Dios creó al ser humano de la tierra, lo hizo señor de todo y le dio la tierra para que la cultivara (Gen 1 y 2). Entonces, por su origen y por la misión que tiene, el hombre está inserto en el universo, este es nuestro hábitat. Por eso, aunque la ciencia afirma que el universo se encamina hacia su fin, los cristianos sabemos que el fin del mundo no será de aniquilación total, sino de restauración o regeneración (Rom 8,19-22), es decir: Dios hará al final, unos cielos nuevos y una tierra nueva (2 Pe 3,13; Ap 21,1), un universo tan bello y sabio que hará patente al mismo Dios en todas partes.