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¿Qué es la ministración?
Proviene de Diakoneo (G1247) -servir, asistir, atender, favorecer, ayudar, socorrer, suministrar, proveer y expedir-.
Ministrar es un servicio al alma, es sanear la misma por medio de la consejería y de la liberación, así poder ser conquistadores de promesas, de una vida abundante y producir fruto como Dios lo ha establecido (Mateo 13:23). La ministración debe ser integral, es decir espíritu, alma y cuerpo.
¿Cómo ministrar el alma?
-La persona que ministra, debe hacerlo conforme el poder de Dios, porque lo que hay que conquistar muchas veces, es más poderoso que nosotros mismos y no se puede lograr humanamente (1 Pedro 4:11).
-Debe hacerse con ministros reconocidos por Dios, que exponen la Palabra y han sido habilitados para hacerlo (2 Corintios 3:3).
-La ministración es un regalo de parte de Dios, una provisión del Espíritu Santo, se recibe con fe y así ser conquistador de los males (Gálatas 3:5), malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez.
-Cuando una persona reconoce que ha pecado, puede limpiar su alma por medio de una terapia (Terapeia: Sanidad, asistencia médica, atención, casa, de la base de: Terepeo: aliviar, sanar, curar, servir, adorar) “Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor; mullirás toda su cama en su enfermedad. Yo dije: Jehová, ten misericordia de mí; sana mi alma, porque contra ti he pecado” Salmos 41:3-4.
·La familia restaura nuestra vida, no es bueno ser alguien solitario (Mateo 24:45, Lucas 12:42)
·El servicio es una sanidad que trata con el orgullo y la soberbia (Marcos 9:35, Mateo 23:11).
·La adoración, sujeta y purifica nuestra lengua (Santiago 1:26).
Si no limpiamos nuestra alma a tiempo, las aguas pueden llegar a ahogarnos:
-Aguas de amargura (Éxodo 15:23).
-Aguas de contienda: Discusión, contienda (Números 20:13).
-Aguas impetuosas: Ímpetu, violencia, agresión (Isaías 8:7).
-Aguas de opresión: Someter, humillar (Isaías 30:20).
Cuando el pecado y la desobediencia llegan a nuestra vida, es necesario buscar la ministración de nuestra alma, para que esas ataduras y problemas no se vuelvan más complejos, no podemos darle lugar a que habite en nosotros el orgullo, la soberbia y la soledad. Debemos reconocer nuestra situación y pedir a Dios un pronto socorro, que nos rescate de nuestra vana manera de vivir que heredamos de nuestros padres.
ebenezerquereta...
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