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Bulle en mi cuerpo el empuje
que me arroja desde el llano
a la aridez de los Andes
a probar cómo me llamo.
Y mi sangre inflamada
clama dar fiera batalla
al viento y los elementos
que la montaña regala.
No pretendo explicación,
soy un ser vivo que avanza
como una rama hacia el sol,
como un sendero se traza.
Hay una misma energía
moviendo a todo ser vivo,
es la que me hace marchar
sin saber lo que persigo.
No hay esfuerzo en este mundo
que al fin no sea inútil.
Los sabios años harán
de lo sagrado lo fútil.
En el suelo una pirámide,
tu corazón detenido,
todo confirma el olvido
al que estamos sometidos.
Por eso elijo gastar
mi cuerpo y el tiempo andando
sobre esta rueda infinita
que mueve absurdos mis pasos.