El inmenso legado de la gran Audrey Hepburn además del cine, la moda, la música, el voluntariado humanitario, entre otros; también se puede apreciar en su propia familia y sus magníficos hijos Sean y Luca, hombres sensibles, preparados, cultísimos, pero sobre todo sencillos y humildes. Esa sencillez y humildad que no se enseña ni se estudia ni se compra. Se aprende con el ejemplo.