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Una de las ‘Sentencias Vaticanas’ de Epicuro reza: «Digo que debemos reír a la vez que buscar la verdad». No se trata, como para los cínicos, de una risa irónica y de intención moralizante, sino la expresión natural del puro placer de existir que surge de un corazón gozoso y sin miedo: libre. También es un modo de subrayar la locura humana, «la futilidad de lo que interesa a la masa». La risa es, en la filosofía epicúrea, una invitación a la subversión de los valores o la alteración de las costumbres. Desenmascara y destruye, presentando, a cambio, una alternativa. Desmitifica con sana irreverencia la tradición filosófica previa, particularmente la de Platón. Los epicúreos rechazan la tesis platónica de que «cuando alguien se abandona a una risa violenta provoca una reacción violenta». No hay en la risa -ni en la de los dioses epicúreos, ni en la de los hombres- nada perjudicial ni tampoco voluntad hiriente. La carcajada es para ellos una expresión de la felicidad propia de sabios y de dioses. Unos sabios felices y unos dioses rientes ligados entre sí por el reír amical. Como el que comparten los protagonistas de esta charla, Javier Cansado y Carlos García Gual, de acuerdo con la máxima de Epicuro: «De todos los medios de los que se arma la sabiduría para alcanzar la dicha en la vida el más importante con mucho es el tesoro de la amistad».