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Había una vez, en un valle escondido entre montañas altísimas, una pequeña aldea llamada Kumiko. Los aldeanos de Kumiko llevaban una vida tranquila, rodeados de campos de arroz y bosques susurrantes. El viento cantaba dulces melodías cuando corría entre los árboles, y las aguas cristalinas del río Shimari brillaban bajo el sol.
A pesar de la belleza que envolvía a Kumiko, un antiguo rumor flotaba entre sus habitantes: el misterio de las mil grullas de papel. Era una historia que se contaba desde tiempos inmemoriales, un cuento que los padres susurraban a sus hijos antes de dormir, pero nadie sabía si era real o solo un mito.