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Infinitas.
Incluso es posible que te toque hoy, que es el día que en España se juega más a la lotería porque se sortea el Gordo de Navidad.
Pero mi lotería es diferente y, sin embargo, tan grande, que cualquier que hubiera ganado el Gordo sentiría envidia de mi.
A mi me toca la lotería cada vez que la suerte viene a visitarme. Y eso ocurre muy a menudo, por ejemplo:
cuando alquien lee con atención estas cartas, le gustan y la comparte con un amigo invitándole a apuntarse o leyéndola en voz alta a un familiar.
cuando abro los ojos por la mañana y veo que estoy despierto, que el sueño terminó, y que tengo otro día más por delante.
cuando enciendo el ordenador y no falla, el café no se derrama, la puerta cierra, del grifo sale agua, la luz del baño se enciende porque aún hay batería, y la nevera sigue enfriando.
Son infinitas las ocasiones en las que siento que debo estar agradecido por lo que tengo. Voy caminando por la calle y bajo la cabeza para esconder mi felicidad, porque no quiero molestar a quien aún no se ha dado cuenta de que le ha tocado la lotería y cree, con razón, que a mi sí.
Cualquier muerto se cambiaría por tí, por muy triste que sea tu vida, porque el muerto no perdería el tiempo con las tonterías que a ti te preocupan. Todo lo que no sea estar muerto es una tontería.
De la muerte ya hablaremos otro día, pero la vida, con sus espinas y sus baches, es la leche, es lo mejor que te va a pasar.
La lotería te tocó el día que naciste. Y no importa lo feo o guapa o alta o baja o gorda o flaca o lista o tonto o rico o pobre que seas.