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Hay un viejo proverbio que advierte: “Al comprar una casa, piensa en el vecino que adquirirás con ella”. Nuestros hogares guardan la forma de nuestras costumbres y marcan el ritmo de nuestra existencia. Pasamos tanto tiempo en la casa como en la calle. Las historias que pueblan la literatura se desarrollan tanto en el espacio público como en el privado y los
lugares del hogar son a la vez personaje y escenario.