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Damira, enamorada de Moloko, su vecino, acepta la relación que él condiciona a su conveniencia y sin compromiso. Aunque Damira intenta hacerle ver que pueden formar una linda familia, que incluso le haría bien a Rosita, pequeña de 8 años, hija de Moloco, él le prohíbe relacionarse con la niña. Damira sospecha que Moloko maltrata a su hija, pero Rosita lo niega. Moloko involucrado en la venta de cocaína, al verse presionado por uno de los “suyos”, inventa que Rosita ha sido secuestrada y que a cambio de la niña, le han pedido hacer empaques con la droga.