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En el diseño de los jardines de Versalles, el arquitecto de Luis XIV, Le Notre, estableció un sistema de organización de los espacios, a base de perspectivas de no más de 300 metros rematadas en un monumento. Esos 300 metros máximo corresponden a la capacidad que el ojo humano tiene para distinguir volúmenes a simple vista. La idea era hacer una sucesión de perspectivas que provocaran al espectador (al caminante) una sensación de espacio interminable, infinito. Ese modelo habría de ser aplicado exitosamente por los arquitectos de Felipe V de España, Carlier y Marchand, en la construcción del palacio de la Granja de San Ildefonso, en Segovia.