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Agosto de 2015. Plaza de toros de Illumbe, San Sebastián. El torero Enrique Ponce se aproxima al público y se detiene frente a un grupo de personas: va a dedicar la faena, en todas sus acepciones, de su siguiente toro a un ilustre espectador. Ponce se quita la montera (para los no iniciados: sombrero que llevan los toreros) y se lo ofrece a un entusiasta de la tauromaquia y, en ese momento, jefe del Estado y mando supremo de las Fuerzas Armadas, Juan Carlos I de Borbón y Borbón. El ahora emérito escucha con atención el breve discurso en el que diestro (para los no iniciados: sinónimo de torero) agradece su presencia en el albero (sinónimo de plaza de toros): "[...] con su presencia, no sólo dignifica y defiende abiertamente la fiesta de los toros, sino también las tradiciones y la cultura de nuestro pueblo, un claro gesto por la democracia y la libertad".
Por tanto, volvemos al albero (sinónimo: plaza de toros) y nos preguntamos, ¿son los toros patrimonio de la ultraderecha?
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