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En el año de 1856, una historia escandalosa excitó los ánimos en Francia: en ella, un escritor bastante desconocido describe cómo, en un pueblo provinciano de Normandía, una esposa aburrida busca un amante tras otro, comete adulterio y toda su vida -y la de su esposo- se trastorna. Lo malo, a ojos del público, es que el autor en ningún momento toma partido o condena los acontecimientos. Ese autor era Gustave Flaubert y su Madame Bovary se inscribió en la historia de la literatura como la primera obra del realismo francés y como una de las novelas más importantes de la literatura francesa. En esta novela, Flaubert cultivó un estilo impersonal con el que contrapuso el mundo interior de su heroína con su miserable realidad, fría y sin esperanza. Madame Bovary fracasó a causa de sus pasiones, acumuló deudas, incurrió en mentiras y puso fin a su vida. Flaubert creó una de las primeras novelas modernas y anticipó algunas de las técnicas narrativas innovadoras del siglo XX. La modernidad se muestra principalmente en que Flaubert reproduce la realidad con los ojos fríos del observador, deja de lado la inspiración ingenua de autores anteriores y hace de la novela un verdadero estudio social, con lo que funda una nueva época: el realismo en la literatura.