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A diez minutos de Guanajuato, rumbo a la montaña donde está el monumento al Pípila, se encuentra la Presa de la Olla, un sitio encantado (según cuenta su leyenda), y encantador, por su hermoso entorno. Esta presa tuvo su esplendor durante el Porfiriato, ya que abasteció de agua la zona. Aquí, los mineros adinerados construyeron sus casas de recreo y dejaron un legado urbanístico muy sofisticado para la época y, por supuesto, aquí se preserva la tradición de la joyería barroca. Don Francisco García Guevara nos introduce en este mundo de esplendor.