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En "Las Tradiciones Peruanas" de Ricardo Palma, se cuenta la historia de la marcha La Salaverrina.
Después que Orbegozo convocase al General Felipe Santiago Salaverry para retirar a los revoltosos que tomaron el Castillo Real Felipe (1834), el entonces muy querido Salaverry quería que las bandas del ejército tocasen una marcha que indujese a los soldados a ir a la guerra. Una noche, concluidas las retretas, las bandas se retiraban a descansar y tocaron la marcha de retirada. Fue esa marcha que encandiló a Salaverry y dijo:
-¿Qué músico ha compuesto ese paso de ataque?
El general Vivanco le presentó a un mulato de 25 años.
¿Cómo se llama esta marcha, mi amigo? le preguntó el jefe supremo, sonriendo ante la obesidad del músico.
-La Salaverrina, mi general.
-¿Y el nombre de usted?
-Manuel Bañón, servidor de vuecelencia.
-Pues, señor Bañón, lo felicito; porque ha compuesto un paso doble que llevará a mis tropas a la victoria. Desde hoy queda usted nombrado director de las bandas del ejército, con sueldo de capitán. Deme usted la mano.
Y el heroico Salaverry, el ídolo de la juventud limeña, dio una empuñada al humilde músico; y volviéndose al coronel de carabineros de la Guardia, que se alistaba para realizar con doscientos sesenta hombres la ocupación de Cobija, añadió en voz baja:
-Quiroga, toma seis onzas de oro de la caja de tu batallón y obséquiaselas a Bañón.
Y La Salaverrina no se volvió a tocar por las bandas del ejército hasta el 4 de febrero de 1836 en el reñidísimo combate del puente de Uchumayo, en que salió derrotado y herido el general boliviano Rallivián, dejando trescientos quince muertos y doscientos ochenta y cuatro prisioneros. El coronel Cárdenas fue el héroe del combate.
(Extraído de Tradiciones Peruanas).