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Te estoy diciendo adios
y asisto vorazmente a las escalinatas
de mi abismo
Las nubes como copos de
rosas negras se atinan ante
la confluencia del destierro
Yo no se de los rezos olvidados
Mi adios viaja en los montes
alucinando tu voz en ecos
dulcísimos y suaves vuelos
He de irme con el ademán
reclinado de la luna joven
hacianada de desvelos
y maniobras baratas
No habrá un aviso que te deje
los ojos húmedos
ni el candor de las horas
despertaran desesperadas
como siempre
a la espera de tu nombre
enfrascado en las comisuras
mi pedacito de cielo
quedará en tus ojos
como una vidriera de domingo
Existir... siempre ha sido
relativo
como cuando las niñas
deben ir a la cama a las nueve.
Maria Antonia Segarra