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En el Parque Nacional Mburucuyá es posible, en un abrir y cerrar de ojos, reconocer los variados escenarios naturales típicos del noroeste correntino. Entre los extensos pastizales moteados con palmeras se inmiscuyen los típicos mogotes o bosques chaqueños, bien diferentes de la selva paranaense que, irrumpiendo en el horizonte, es casi seguro indicio de la presencia de algún curso de agua. Todo enmarcado, claro, por el agua, protagonista indiscutible del paisaje. Parte del vasto Estero Santa Lucia ingresa en el parque y alimenta a un sinnúmero de bañados, lagunas, arroyos, que además de regalarnos postales de gran belleza, son el hábitat de especies de la fauna y flora emblemáticas del lugar. Luego de visitar la pintoresca ciudad de Mburucuyá y a sus cálidos habitantes, el naturalista se interna el área protegida con la ayuda de los guardaparques. En su periplo conocerá una familia de simpáticos monos carayá, una manada de carpinchos pastando y refrescándose en las aguas y al mismísimo señor de los pantanos, el yacaré overo, entre tantas otras criaturas singulares. No falta, por supuesto, la referencia a Troels Myndel Pedersen, reconocido naturalista danés y amigo de Mauricio, quien luego de consagrar sus días al estudio de la botánica local, donó estás tierras para su conservación.