No importa ser diferente!

¡Claro! Aquí te dejo un cuento sobre una familia de patos y un patito blanco especial:
En un pequeño estanque rodeado de árboles y flores, vivía una familia de patos. La mamá pata, llamada Quackers, había tenido una nidada de patitos muy grande, con once patitos en total. Todos los patitos eran negros y marrones, como sus padres, excepto uno.
El patito número once era blanco como la nieve. Quackers y su esposo, el papá pato llamado Waddle, se sorprendieron mucho al ver al patito blanco. Nunca habían visto algo así antes.
A medida que los patitos crecían, se convirtieron en las estrellas del estanque. Todos los niños del pueblo cercano venían a visitarlos y jugar con ellos. Los patitos amaban nadar y jugar en el agua, y los niños se reían y se divertían viéndolos.
Pero el patito blanco, al que llamaron Alba, era el favorito de todos. Los niños se enamoraron de su plumaje blanco y su personalidad dulce. Alba amaba jugar con los niños y les seguía por todas partes.
Quackers y Waddle se sentían muy orgullosos de su familia y de cómo los niños los trataban con tanto cariño. Pero también se preocupaban por Alba, ya que sabían que ser diferente podía ser difícil.
Un día, un niño nuevo llegó al pueblo. Era un niño tímido y solo, que no sabía cómo hacer amigos. Quackers y Waddle vieron cómo el niño se acercaba al estanque y se sentaba solo en la orilla.
Alba, que siempre había sido muy curiosa, se acercó al niño y comenzó a jugar con él. El niño se rió y se sintió feliz por primera vez en mucho tiempo.
Quackers y Waddle vieron cómo Alba y el niño se convirtieron en los mejores amigos. Y se dieron cuenta de que ser diferente no era algo malo, sino algo que podía unir a las personas.
A partir de ese día, Alba y el niño fueron inseparables. Y Quackers y Waddle se sintieron muy orgullosos de su familia y de cómo habían podido unir a las personas.