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El rey de Aram sentía una gran admiración por Naamán, el comandante del ejército, porque el Señor le había dado importantes victorias a Aram por medio de él; pero a pesar de ser un poderoso guerrero, Naamán padecía de lepra.
2 Reyes 5:1 NTV
“En ese tiempo, los saqueadores arameos habían invadido la tierra de Israel, y entre sus cautivos se encontraba una muchacha a quien habían entregado a la esposa de Naamán como criada.”
2 Reyes 5:2 NTV
Cierto día, la muchacha le dijo a su señora: «Si mi amo tan solo fuera a ver al profeta de Samaria; él lo sanaría de su lepra».
2 Reyes 5:3 NTV
Entonces Naamán le contó al rey lo que había dicho la joven israelita.
2 Reyes 5:4 NTV
«Ve a visitar al profeta -le dijo el rey de Aram-. Te daré una carta de presentación para que se la lleves al rey de Israel». Entonces Naamán emprendió viaje y llevaba de regalo trescientos cuarenta kilos de plata, sesenta y ocho kilos de oro, y diez mudas de ropa.
2 Reyes 5:5 NTV
“La carta para el rey de Israel decía: «Mediante esta carta presento a mi siervo Naamán. Quiero que lo sanes de su lepra».”
2 Reyes 5:6 NTV
Cuando el rey de Israel leyó la carta, horrorizado, rasgó sus vestiduras y dijo: «¿Acaso soy Dios para dar vida y quitarla? ¿Por qué este hombre me pide que sane a alguien con lepra? Creo que solo busca pelear conmigo».
2 Reyes 5:7 NTV