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El estudio de Carga Mundial de Morbilidad de 2010 reveló que las enfermedades bucales afectan a 3.900 millones de personas. La caries sin tratar en dientes permanentes es la más común, afectando a 2.3 millones de personas. Sin tratamiento, esta condición puede evolucionar a pulpitis irreversible, necrosis y periodontitis apical (una infección ósea). El problema en odontología es que los diagnósticos pulpares suelen ser tardíos, usando métodos clínicos imprecisos y subjetivos. Por eso, el diagnóstico molecular (con biomarcadores) más sensible y específico es una herramienta innovadora y precisa. Proteínas en la pulpa dental podrían servir como biomarcadores para evaluar la inflamación e infección, permitiendo diagnósticos más efectivos mediante el análisis del fluido dentinario.