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Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre los resultados de las elecciones en Cataluña donde la mayoría independentista se ha evaporado y el nuevo Parlamento hace imposible resucitar aventuras secesionistas como la de 2017.
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Esta Cataluña, la de 2024, no es independentista. Pudo parecer que lo era la de 2021, la de 2017, la de 2015. No la de ahora. Los catalanes que ayer se pronunciaron en las urnas lo han hecho de manera mayoritaria, abrumadoramente mayoritaria, a favor de partidos que no promueven el separatismo. Partidos que, desde posiciones diferentes, coinciden en que el procés fue un abuso y en que Cataluña es, y quiere seguir siendo España.
Eligió bien Salvador Illa, inapelable vencedor de la competición democráticas en urnas, el primer argumento de su discurso de la victoria anoche. Porque el gran cambio que se ha producido es éste. Si en 2021 el independentismo superó por primera vez el 50% de los votos emitidos, en 2024 no ha pasado del 43%. Si en 2021 alcanzó 74 diputados, el 54% de los escaños del Parlamento, en 2024 se queda en 61, el 45% de los sillones.
La mayoría absoluta independentista el rodillo que empezó en 2015 con aquel frente llamado Junts pel sí se ha evaporado en este 2024, siete años después del primero de octubre y doce desde que empezó a fabricarse el procés. En la Cataluña de hoy las formaciones no independentistas suman el 54% del voto popular. Donde hace tres años había 74 diputados independentistas hoy hay 74 que no lo son. Mayoría absoluta.
Las cartas están repartidas y ahora toca jugarlas
Al contar los votos del independentismo, todas sus marcas, y subrayar su minoría estaba contando, a la vez, Illa los votos de todos los demás partidos, todas las marcas, para exponer su mayoría: entre esas marcas no independentistas está el PP y está Vox, aunque al ganador le produzca reparos expresarlo abiertamente. Y aunque entre los suyos se rehúya la hipótesis de emular el caso Collboni y explorar una investidura con el apoyo del PP y la abstención necesaria de Vox. Las cartas están repartidas y ahora toca jugarlas.
El independentismo, gobernando Sánchez, ha encogido
Si en 2021, gobernando Sánchez, se le pudo adjudicar su parte de responsabilidad en que el independentismo alcanzara su mejor marca, en 2024, gobernando Sánchez, habrá que reconocerle su parte de responsabilidad en que el independentismo se haya desinflado, la patacada. Más por la parte de Esquerra, a quien dio el gobierno categoría de socio preferente y ejemplo de pragmatismo y voluntad de pasar página, que por la parte de Junts, encarnación del conflicto y el regodeo a la hora de ordeñar al gobierno de España, la coacción hecha proyecto político, engordado Junts y resucitado el desahuciado Puigdemont gracias a una ley de amnistía concedida y hecha a su medida.
Tiene también motivos Alejandro Fernández para felicitarse
Si el PSC pasa de 33 escaños a 42 y mejora cinco puntos su porcentaje de voto, el PP pasa de 3 a 15 y lo mejora en siete. Tiene también motivos Alejandro Fernández para felicitarse. No será decisivo para investir presidente, pero sí tendrá algo que decir en la composición de la mesa del Parlamento. Y difícilmente podrán seguir llamándole irrelevante quienes hoy tienen la mitad de votantes que él, es decir, En Común Sumar. Sólo hay que imaginar cuál sería el análisis hoy si el PP hubiera quedado por detrás de Vox para entender que los quince escaños que ninguna encuesta llegó a ver le sepan al PP cuatro más que Vox a gloria bendita. Y que animen a Feijóo a pensar que su resultado en Cataluña en unas futuras elecciones generales no sería tan dramático como el de las ocasiones precedentes.
Sánchez sabe que hay una legislatura imposible
Para Pedro Sánchez, ganador, también él, de las elecciones catalanas de anoche, la legislatura sigue, en realidad, tan cuesta arriba como estaba. Su mayoría parlamentaria ‘somos más’ se resiente de la probable defección de Junts y la inestable situación de Esquerra.
Cataluña es tierra fértil para el presidente.Pero no los son otras comunidades autónomas, casi ninguna otra. El PSOE sólo ha ganado las últimas elecciones autonómicas en Extremadura, Asturias, Canarias y Castilla La Mancha. No debería dejarse deslumbrar tampoco por la singularidad catalana.
Próxima estación, elecciones europeas. Ahí se verá cuánto de estímulo tiene lo de anoche para el PSOE ante un examen de ámbito nacional y cuánto de irrelevante es hoy el PP a juicio no del PSOE sino de los votantes. La legislatura continúa. Lo que nunca se sabe es por cuánto tiempo.