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Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre el "destrozo" de Isabel Díaz Ayuso dentro de su propio partido llamando al sabotaje a Pedro Sánchez y negándose a acudir a Moncloa para tratar el tema de la financiación autonómica.
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Hoy no se quejará el gobierno. Ni el PSOE. Ni el presidente. Hoy no se quejará de la actuación de Isabel Díaz Ayuso. Llevan semanas el gobierno, el partido, el presidente intentando meter una cuña en el bloque que constituyen los once presidentes autonómicos del PP, once de las quince comunidades autónomas que se financian con el régimen común: once de quince, mayoría súper absoluta.
Hoy no se podrá quejar la Moncloa porque le han hecho el trabajo en la Puerta del Sol
Semanas dándole a la piqueta para abrir una fisura que luego se convierta en una grieta. Semanas dándole al argumentario gubernativo de que es el PP quien tiene un problema porque carece de alternativa y porque son sus barones los primeros interesados en que se actualice el modelo para recibir más dinero. Perseverancia en la repetición de salmos no se le puede negar al gobierno. Pero, pese al esfuerzo, el afán por conseguir versos sueltos le había salido rana. Pinchaba en hueso.
Ayuso dirá lo que quiera pero no representa la posición del partido
Decirle a los demás lo que tienen que hacer tiene un riesgo: que los demás te respondan que a ver quién eres tú para decirles cómo deben conducirse. Uno poco eso es lo que ha pasado. Ayuso fracasó en su llamamiento al sabotaje porque barones como Rueda, Mañueco, Mazón, López Miras, confirmaron que si Sánchez les convoca, de uno en uno, irán el día que les toque y le dirán, cara a cara, lo que les parezca oportuno.
Ayuso promovió el boicot sin esperar a que hoy, en la cumbre de barones, se abordara siquiera esta cuestión. Y sabiendo que si a alguien le corresponde llevar la iniciativa sobre esa posición es a Feijóo, no a ella.
Razón tiene en que esto de hacerle la peineta a quien te convoca es de muy mal gusto, pero admitirá también Lobato que cuando un presidente de gobierno dedica medio discurso de apertura de curso a satanizar la gestión de un gobierno autonómico y hacer alusiones hirientes y fallidas al coche de alta gama que conduce el novio de la presidenta Maserati, presidente, no Lamborghini mucha cortesía institucional tampoco despliega.
Admitirá Lobato o no, ya se lo preguntaremos que ejercer desde la Moncloa, y usando todos los recursos de Presidencia, como líder de la oposición al gobierno madrileño es tan anómalo, y tan ventajista al menos, como usar la presidencia madrileña para cargar cada día contra el presidente del gobierno.
Es cuestión de días lo contamos ayer que el Supremo acepte el criterio del tribunal madrileño que ha investigado la difusión que hizo la fiscalía de datos confidenciales del novio de Díaz Ayuso y empiece a investigar a García Ortiz como presunto autor de un delito (presunto, ya se verá qué dice el tribunal).
Ahora que se ha resuelto, seis años después, la anomalía que suponía un Consejo del Poder Judicial pendiente de ser renovado y sin poder hacer nombramientos, estamos en puertas de esta otra anomalía que sería tener a un fiscal general del Estado que está siendo, él mismo, investigado por un juez instructor (del Supremo) y sobre cuya actuación ha de pronunciarse la fiscalía del Supremo que, a su vez, depende jerárquicamente de la persona que está siendo investigada.
Estando el fiscal general en esa situación, y habiendo sido respaldado, celebrado, por el presidente del gobierno en persona, era inevitable que cualquier cosa que dijera en su discurso de ayer se prestara a ser interpretada como una alusión velada o a su propio caso o al de la esposa del presidente.
Remuévelo todo a ver si, así, encontramos algo
Acusaciones sin filtros y jueces que instruyen sin aclarar de qué indicios de delitos disponen y viendo a ver si encuentran algo que imputarle a alguien: la famosa investigación prospectiva, remuévelo todo a ver si, así, encontramos algo.
Si el fiscal general no estaba pensando en el caso Begoña, pudo parecerlo, ¿verdad? A lo mejor no, eh, a lo mejor estaba pensando en el partido político que se personó en el caso de fraude fiscal del novio de Ayuso alegando que podría ser que los madrileños se hubieran visto perjudicados y al que la juez le ha negado unas diligencias porque carecían de base y eran una investigación… prospectiva. Remuévelo todo a ver si, así, encontramos algo. Ese partido, por cierto, es el PSOE de Madrid. De Juan Lobato.