Opus Dei: Luces y sombras 1/3

Como pasa en todas las cosas de la vida, me gustaría que me dijeras lo malo y lo bueno del Opus Dei, me resultaria un poco falso que todo fuesen maravillas, y no me digas que son las personas. Si estás al 100 por 100 de acuerdo en todo,si realmente es así me pareceria extraño.
El Opus Dei, como todo en esta vida, tiene cosas buenas y malas. Si los de la Obra fuésemos más fieles al espíritu del Opus Dei no habría cosas malas.
Está claro que hay luces y hay sombras. Pero sobre todo hay luces: muchas personas que viven vida cristiana con alegría en medio de las ocupaciones de cada día.
También hay personas que dejaron la Obra y están dolidas: y organizan páginas web contrarias al Opus Dei. ¿Por qué? Quizá por culpa de personas de la Obra que no supieron entenderlas correctamente, o quizá por su culpa... No lo se, porque el que juzga es el Señor, y no tú, ni yo.
¿El Opus dei tiene documentos secretos internos?
Hay documentos reservados para quien deba leerlos, como tal vez en tu familia hay cartas de amor de tu padre dirigidos a tu madre que no es necesario ventilar a cuanto pase por la calle o el internet. ¿qué dirías si yo hurtara de tu casa esas cartas y las publicara en un libro o en el internet, para que personas ajenas al contexto en el que se escribieron le den una valoración o se burlen de ellas? Pues eso mismo han hecho algunos...que Dios los perdone.
¿Secretos? No, pero el pudor lleva a reservar aquello íntimo que supone riqueza interior. Lo que sucede es que ahora muchos creen que tienen derecho a saber todo de todos, y al que se reserve algo se le tacha de sectario, hermético y oscuro.
El Opus Dei está rodeado de un aura de misterio y secretismo. Tras la publicación de El código da Vinci se reavivó el interés universal por conocer sus secretos.
John L. Allen es el vaticanista más prestigioso del mundo. También él se sintió atraído por el misterio del Opus Dei y quiso saber que se ocultaba tras la fachada de esta prelatura personal. Allen ha conseguido que le abran todas las puertas de la organización. Para escribir este libro ha viajado a ocho países, realizado más de trescientas horas de entrevistas a miembros y detractores del Opus Dei e incluso ha vivido cinco días siguiendo sus reglas en una de sus residencias para comprender qué se siente al ser uno de sus miembros.
El Opus Dei no ha censurado o alterado el contenido de esta obra. Lo que el lector tiene en sus manos es, simplemente, toda la verdad.
Aquí hay un problema, todos aquí ven la posición de la persona que va a tener los hijos, pero no lo ven desde la posición de los hijos, tengo varias amistades que pertenecen al Opus Dei. Una de mis amigas tiene 10 hermanos, su mamá ya no tiene más hijos porque no puede, pero aquí está el problema, ella nunca puede tener a su mamá para ella sola (y ni se hable del papá que trabaja demasiado), se le niegan muchas cosas, y se le privan más y debe estar cuidando a sus hermanos mas pequeños, es ridículo, la casa siempre es un desastre, los niños hacen lo que se les pega la gana, hay escasez de dinero.... que mejor es tener pocos hijos y tenerles atención especial a cada uno y educarlos mejor. Por cierto he visto algo inquietante en las adolescentes pertenecientes al Opus Dei, solo quieren casarse y tener hijos, y si alguna quiere estudiar, estudia cosas muy sencillas o muy tontas.... es denigrante
Varias observaciones:
1. Tener una familia numerosa no te hace automáticamente mejor padre, ni mejor hijo, ni mejor hermano. El número de personas no es un factor clave de éxito, te puede ayudar como también te puede hacer la vida más difícil. La clave está más bien en la formación del carácter y una vida coherente con tus valores.
2. Parte de esa coherencia es estar dispuesto a procrear, educar y mantener los hijos que puedas: no más, pero tampoco menos. Esa disposición o apertura a la vida incluye una confianza en la Providencia Divina, y un convencimiento de que el sacrificio personal produce una felicidad más profunda y duradera que cualquier placer o el éxito material.
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Es necesario que los padres encuentren tiempo para estar con sus hijos y hablar con ellos. Los hijos son lo más importante: más importante que los negocios, que el trabajo, que el descanso. En esas conversaciones conviene escucharles con atención, esforzarse por comprenderlos, saber reconocer la parte de verdad -o la verdad entera- que pueda haber en algunas de sus rebeldías. Y, al mismo tiempo, ayudarles a encauzar rectamente sus afanes e ilusiones, enseñarles a considerar las cosas y a razonar; no imponerles una conducta, sino mostrarles los motivos, sobrenaturales y humanos, que la aconsejan. En una palabra, respetar su libertad, ya que no hay verdadera educación sin responsabilidad personal, ni responsabilidad sin libertad.