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Capítulo IV: Los Sueños De San Juan Bosco Sobre El Infierno
EL INFIERNO SUEÑOS DE DON BOSCO
Don Bosco fue un soñador, aun sus sueños se están haciendo hoy realidad. El ayudo a la juventud más desfavorecida y aunque emprendía obras, con pocos recursos, siempre contó con la ayuda del Señor y la protección de María Santísima la Auxiliadora del mundo y jamás dejo su misión, ante las dificultades…
Quiero traer a lugar este breve episodio, es muy importante que lo tengamos en cuenta antes de hacer una confesión. Satanas el enemigo, quiere q nos confesemos mal, que callemos los pecados mortales.
Para hacer una buena confesión, hay que estar arrepentidos y decir todos los pecados, al sacerdote, que es un Cristo más, tiene el poder que Jesús le dio, para perdonar los pecados. La única forma que existe para absolver los pecados es por este medio.
Un joven de quince años, en Turín, se encontraba cerca de la muerte. Llamó a Don Bosco, pero al santo no le fue posible llegar a tiempo. Otro sacerdote escuchó la confesión del joven y el chico murió.
Cuando Don Bosco retornó a Turín, fue inmediatamente a ver al chico.
Cuando le dijeron que el joven había muerto, el insistió en que era un "simple malentendido".
Tras unos instantes de oración en la habitación del joven muerto, Don Bosco, de repente, gritó: "¡Carlos!, Sube" Para el gran asombro de todos los presentes, el chico se convulsionó, abrió los ojos y se sentó en el lecho. Viendo a Don Bosco, sus ojos se desviaron hacia el suelo.
"¡Padre, ahora estaría en el Infierno!" suspiró el joven. "Hace dos semanas estuve con una mala compañía que me indujo a pecar y en mi última confesión, tuve miedo de contarlo todo... ¡Oh, acabo de volver de un horrible sueño! Soñé que estaba situado en lo más alto de un gigantesco horno rodeado por una enorme horda de demonios.
Estaban a punto de lanzarme dentro de las llamas cuando una bella Señora apareció y los detuvo. 'Aún hay una esperanza para ti, Carlos', me dijo. 'Tú aún no has sido juzgado'.
En ese momento, lo escuché a usted llamándome. ¡Oh, Don Bosco, que alegría verlo otra vez! ¿Quiere confesarme, por favor?"
Después de escuchar la confesión del joven, Don Bosco le dijo: "Carlos, ahora que las puertas del Cielo están abiertas de par en par para ti, ¿deseas ir allá o permanecer aquí con nosotros?"
El chico miró a lo lejos por un momento, y sus ojos se humedecieron con algunas lágrimas. "Don Bosco", dijo finalmente, "realmente estoy ansioso por ir al Cielo".
Los pacientes vieron con estupefacción como Carlos se recostaba sobre las sábanas, cerraba los ojos y se hundía una vez más en la inmovilidad de la muerte.