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Los que se lanzan al océano de este mundo, con un buen viento, no saben con qué tormentas pueden encontrarse, y por tanto, no deben dar por sentado que hayan logrado su propósito. No nos hagamos la expectativa de estar completamente a salvo, sino hasta que entremos al cielo. Ellos no vieron sol ni estrellas por muchos días. Así, a veces, la tristeza es el estado del pueblo de Dios en cuanto a sus asuntos espirituales: andan en tinieblas y no tienen luz. -Véase aquí qué es la riqueza del mundo: aunque codiciada como bendición, puede que llegue el momento en que sea una carga; no sólo demasiado pesada para llevarla a salvo, sino suficientemente pesada para hundir al que la tenga. Los hijos de este mundo pueden ser dispendiosos con los bienes para salvar su vida, pero son tacaños con sus bienes para las obras de piedad y caridad, y para sufrir por Cristo. Todo hombre preferiría hacer que zozobren sus bienes antes que su vida, pero muchos prefieren más bien que zozobre la fe y la buena conciencia antes que sus bienes. El medio que usaron los marineros no resultó, pero cuando los pecadores renuncian a toda esperanza de salvarse a sí mismos, están preparados para entender la palabra de Dios y para confiar en su misericordia por medio de Jesucristo.