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A lo largo de su vida, el Padre Pío desarrolló una reputación no solo por los estigmas, sino también por otros dones místicos, como la bilocación (estar en dos lugares al mismo tiempo), la capacidad de leer los corazones de las personas en confesión y las curaciones milagrosas. Su dedicación al sacramento de la confesión era notable. Pasaba hasta 18 horas al día confesando a los fieles que venían de todas partes del mundo para verlo, buscando el perdón y la sanación espiritual. Se estima que, durante su vida, escuchó millones de confesiones.
Además de su dedicación a la oración y al ministerio sacramental, el Padre Pío también fue conocido por su caridad hacia los enfermos y necesitados. En 1956, fundó la "Casa Alivio del Sufrimiento", un hospital en San Giovanni Rotondo que se convirtió en uno de los centros médicos más avanzados de Italia. Este hospital no solo se enfocaba en el tratamiento físico, sino también en el bienestar espiritual de los pacientes, siguiendo la convicción del Padre Pío de que la oración y la fe eran componentes esenciales para la curación.