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Popularmente se conoce como “el día de los Reyes Magos”, pero el nombre oficial de la fiesta que celebramos ayer 6 de enero es la Epifanía del Señor. Para la ocasión, el Pontífice presidió la Santa Misa en la basílica de papal de San Pedro y reflexionó sobre el significado de la estrella que guió a los Magos a Belén, destacando tres características de la estrella, la primera “su luminosidad”: “La estrella nos habla de la única luz que puede indicarnos a todos el camino de la salvación y de la felicidad: la del amor. Esa es la única luz que nos hará felices”.
Además, la estrella no es exclusiva - dijo el Papa - sino que está visible para todos; esta es su segunda característica: “Por eso la estrella está en el cielo. No para permanecer lejana e inalcanzable, sino para que su luz sea visible a todos, para que llegue a cada casa y rompa todas las barreras, llevando esperanza hasta los rincones más remotos y olvidados del planeta. Está en el cielo para decir a todos, con su luz generosa, que Dios no se niega a nadie y no olvida a nadie”.
Por último, el Papa subrayó que la estrella indica un camino, un llamado a la peregrinación interior hacia Cristo, renovando el compromiso de ser "mujeres y hombres del Camino", como los primeros cristianos: “La luz de la estrella nos invita a realizar un viaje interior que, como escribía Juan Pablo II, libere nuestro corazón de todo lo que no es caridad, para «encontrar plenamente a Cristo, confesando nuestra fe en él y recibiendo la abundancia de su misericordia”.
Francisco concluyó su reflexión pidiendo que todos los cristianos se conviertan en signos de esperanza, llevando la luz de Cristo a los rincones más oscuros del mundo y acercando a todos al amor y la paz de Dios.