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Parménides
Como del resto de los presocráticos nada o casi nada sabemos a ciencia cierta de la biografía de Parménides.
Los estudiosos sitúan su nacimiento entre el 530 y el 515 a.C. Seguramente ejerció como legislador en su ciudad natal, Elea, en la Magna Grecia, y hay indicios también de que pudo practicar la medicina.
.De lo que sí que no tenemos dudas, es de que su nueva concepción del ser cambió la historia del pensamiento.
Parménides, posiblemente, fue discípulo del pitagórico Aminias y escribió su filosofía en verso, concretamente en un poema épico del cual nos han llegado sólo algunos fragmentos.
.Los estudiosos dividen este poema en dos partes, la primera es la vía de la verdad, la “areteia” y la segunda la vía de las opiniones o “doxa”.
En la vía de la verdad realiza sus mayores aportaciones, donde va a introducir su teoría sobre el ser del ente.
Resulta interesante señalar que Parménides expresa su pensamiento a través de del recurso literario de una diosa que habla en el poema, que va revelando una doctrina intelectual.
El tema esencial de su pensamiento se basa en la contraposición entre la verdad y la apariencia.
Para Parménides hay dos caminos hacia el conocimiento, digamos de investigación: el del “ser que es y no puede no ser” y el del ser que “no es y es necesario que no sea”.
Para Parménides “lo que es, es. Y lo que no es, no es”. El ser ha debido ser siempre y ha de ser siempre. Por tanto, el ser de Parménides es increado e indestructible. Siempre ha estado y siempre estará.
Además es inmóvil, porque reside en sus propios límites, perfecto, homogéneo y finito, porque si fuera infinito sería incompleto.
Parménides compara el ser con la perfección de una esfera, que es igual desde el centro a cualquiera de sus partes.
Para Parménides la eternidad no es duración infinita, porque el ser nunca ha sido ni será, sino que es ahora, uno y continuo.
Siguiendo ese razonamiento, Parménides se va a oponer a los sentidos, porque ellos se detienen en las apariencias, quieren manifestarnos el nacer, el perecer, el cambio… es decir, muestran a la vez el ser y el no ser.
Para el filósofo griego esto no es posible y los sentidos posibilitan que el ser humano vague confundido.
Así, concluirá que el ser hombre debe juzgar con la razón y alejarse totalmente de los sentidos.
La razón, dice el filósofo griego, muestra en seguida el “no ser”. Si piensas siempre piensas en algo. El hecho de pensar es ya pensar en el ser, el pensar en nada es un no pensar, o el no decir nada es un no decir.
El pensamiento y la expresión deben tener un objeto de conocimiento, ese objeto es el ser. El pensar y el ser son la misma cosa.
El ser constituye lo que está siendo, lo real. Como Parménides no lo dejó claro, algunos autores interpretan que ese ser es físico y otros que es metafísico.
En la parte segunda del poema, la que corresponde con la doxa u opiniones, Parménides recoge las creencias del hombre común.
En el poema también nos vamos a encontrar con una especie de cosmología o explicación del mundo que parece desentonar con el resto del pensamiento y adentrarse en la línea del resto de presocráticos que habían tratado de explicar el origen del mundo.
Allí parecen establecerse contrarios, como frío y calor o fuego y tierra.
No obstante esta cosmología nos resulta confusa y oscura, sobre todo porque sólo conservamos fragmentos del texto y no podemos acceder verdaderamente a la intención de Parménides.
Algunos estudiosos de filósofo griego, como Guthrie o Schofield, expresan que es imposible poder reconstruir el pensamiento de Pármenides sobre este asunto.
Pues hasta aquí amigos nuestro repaso por Parménides, el filósofo que es y que no puede dejar de ser, pues lo que es nunca es no es.
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