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En Chile, a lo largo de la historia, miles de familias se han reunido en torno a una olla común como una forma de resistir y hacer frente al hambre y la cesantía.
Esta muestra de solidaridad y organización constituye una iniciativa popular que congrega a pobladores por la necesidad de alimentarse. Durante la dictadura, fue una de las formas más estables y permanentes de los sectores populares para sobrevivir.
Inmersos en un momento de dificultades laborales y económicas, las ollas se instalaron en distintos espacios, donde se destacan las poblaciones de la ciudad de Santiago. En ellas participaban las comunidades que, con una fuerte presencia femenina, transformaron el problema del hambre en una oportunidad de sociabilidad, solidaridad y organización colectiva.
Hoy en día en Chile, hemos visto cómo cientos de familias se han vuelto a organizar en torno a ollas comunes, haciendo frente al hambre, la cesantía, y la precariedad laboral que se ve agudizada por la falta de políticas públicas que ataquen la raíz del problema de la desigualdad social en el contexto de la pandemia.
De esta forma, las ollas comunes constituyen un ejemplo de solidaridad, organización y resistencia popular frente a la adversidad.
Hoy más que nunca, recordamos que el Estado tiene el deber de garantizar el pleno respeto a los derechos humanos de todas las personas en cualquier decisión tomada para enfrentar la crisis sanitaria que estamos viviendo.
Extracto documental “Más allá del silencio” (1985) #ArchivoMMDH