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⚰️Tras la muerte de Alejandro Magno el Imperio Macedonio se sumó en una sangrienta lucha por alcanzar el poder.
Con su repentina muerte, el macedonio Alejandro Magno dejaba tras de sí un imperio relativamente nuevo, controlado por un fuerte poder militar y con unas estructuras internas aún en construcción. No existía un heredero acorde con la leyenda alejandrina; apenas una promesa de tal, teniendo en cuenta que Roxana, la esposa del Magno, todavía no había dado a luz a su hijo. A todo ello se unió la personalidad de unos generales ambiciosos y violentos, una mezcla con garantías de provocar graves enfrentamientos por la supremacía. La muerte del rey, ocurrida en 323 a. C., abrió un período convulso de varias décadas en las que estos oficiales, llamados diádocos (sucesores), lucharon entre sí. Unos lo hicieron para mantener el difuso espíritu unitario de Alejandro, y la mayoría para extender su esfera de influencia territorial a costa de los demás. Las guerras entre ellos se desencadenaron por doquier hasta la fecha aproximada de 276 a. C., cuando los diferentes reinos helenísticos (Macedonia, con la dinastía de los antigónidas; Egipto, con los ptolemaicos; o Mesopotamia-Persia, con los seléucidas) aparecen ya plenamente consolidados.