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Hechicera, sos la hechicera
de los mandamientos
de las chuzas y los avatares del cuchillo.
En la voluntad del mono
el altar donde tieso te reclamo
con las tenazas de mis venas abyectas.
Te temo como una selva violenta
en donde sos roja monarca
que envenena con sus aguas
las arcas.
Te recibo en el delta de tu vientre
de fiebres y orines
que anuncian
la llegada del vástago enunciado
o la lluvia pentecostal del tacto.
Y en acto copulado el destierro
del cadáver fecundado feliz y amado.
La mañana postrera no acepta llantos.
Entonces te vi entre ramas
casi a mi lado.
(basado en poema de Gustavo Rodríguez)