El pesebre de Belén es UN PESEBRE DE INDIFERENCIA ante la necesidad del prójimo. La gente no le da lugar a Jesús en sus casas. Le dicen “no” a Dios. ¿En cuántas ocasiones nosotros también le hemos dicho a Jesús que no? No contamos con Dios para nuestras decisiones. El pesebre de Belén es UN PESEBRE DONDE DIOS NOS ENCUENTRA. Lo deja todo y viene a buscarnos aceptando las limitaciones de nuestra humanidad. Y si Dios se humana, ¿por qué los humanos queremos endiosarnos, creyéndonos mejores que los demás? El pesebre de Belén es UN PESEBRE DE ALEGRÍA. El nacimiento de un niño trae mucha alegría y esperanza. Si en el pesebre hubo alegría, ¿le hace falta alegría a su iglesia? La alegría no es ausencia de problemas. La alegría nos hace ver la vida de forma diferente. El pesebre de Belén es UN PESEBRE DE SALVACIÓN: “Nos ha nacido un Salvador”. Jesús nació para darnos salvación pero sólo la recibe aquel que se reconoce pecador y acepta la salvación de Dios, en Cristo Jesús. El pesebre de Belén es UN PESEBRE DE PAZ. Jesús es el portador de la paz; de una paz integral que todo lo llena e inunda. El niño de Belén, Jesús, vino a dar paz a los corazones afligidos por falta de paz.