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Hoy los niños y las niñas de Canarias sembramos una semilla de esperanza, queremos transformar la ceniza y el humo que dejaron las llamas del incendio, en compromiso con la tierra en que vivimos.
Con los árboles que plantamos hoy estamos reconstruyendo los montes del futuro: nuevos troncos, nuevas hojas y nuevas ramas, más altas, más verdes...; nuevas raíces, más fuertes que se alimenten de nuestro compromiso y amor por estas islas.
Hoy plantamos, firmemente, la esperanza; la esperanza que predica nuestro pino que hasta haciendo frente al fuego más dañino reverdece y de vivir nunca se cansa.
Hoy plantamos, firmemente, la confianza; que ocho tierras den fuerza, aliento y vida y nos dejen la lección bien aprendida: que seamos una suma de matices y crezcamos, cada cual con sus raíces, pero dando siempre sombra compartida.