En Colombia existió, (sin excluir al resto de América Latina)existe y existirá injusticia social!!!! Que triste. Este documental refleja con veracidad lo ocurrido!!! Gracias por compartirlo. Felicidades!!!!
@cecilitadelsuopapa93967 жыл бұрын
Sí Verónica. Ocurrió y no se debe olvidar! y eso, precisamente eso, es lo que se pretende: inducir al olvido!
@awizanatan70805 жыл бұрын
LA MASACRE DE LAS BANANERAS! Esta afirmación es problemática, pues sugiere que muchos de los hechos históricos de los que tenemos memoria no se constituyen más que a partir de aquello que voluntariamente se dice sobre ellos. ¿qué ocurre con los acontecimientos en las ocasiones en las que no hay más que testimonios subjetivos, hablados o escritos, para dar fe de ellos, y se tomen como "hechos históricos ciertos"? Quienes nos preocupamos por saber qué y por qué ocurrió lo que ocurrió en Ciénaga la noche del 5 de diciembre de 1928 nos encontramos en una suerte de desamparo entre testimonios enfrentados. Los primeros testigos de aquello que conocemos hoy como *"la matanza de las bananeras",* pudieron negarse a dar fe de *"las cosas tal como ellas fueron";* a partir de lo que vieron; o bien pudieron ejercer su libertad de construir una historia *que no era fiel lo que realmente ocurrió.* Pudo ocurrir, también, que un segundo testigo haya estado dispuesto a negar los aspectos más relevantes de lo que decía el primero y *haya construido, con ello, un nuevo relato.* (Por ejemplo, hubo una ansiana que hablaba de manera delirante de más de 60 mil muertos!). Estas son, justamente, las características de los primeros testimonios sobre *"la matanza de las bananeras"* Mientras uno de los testimonios de lo ocurrido en Ciénaga esa noche afirmó que no hubo más de 13 muertos (Cortés Vargas, 1979: 91), un segundo testimonio, con base en rumores, negó esa cifra para afirmar que fueron miles (Gaitán, 1998: 24); mientras uno de ellos afirmó que la razón que llevó al ejército a disparar contra una multitud reunida en la estación del ferrocarril de Ciénaga era el cumplimiento de una imperante orden que se emitía para evitar una verdadera matanza (Cortés Vargas, 1979: 75-83), un segundo testimonio negó esa explicación y la reconstruyó apelando a razones mezquinas y perversas (Gaitán, 1998: 117-132). Es así como el resultado de las versiones encontradas puede llevar, a quienes queremos saber lo que ocurrió realmente en la Zona Bananera en 1928, hasta una suerte de perplejidad impotente, aprovechado unos años después del episodio de las bananeras, por la imaginación desbordada de García Márquez en CIEN AÑOS DE SOLEDAD. A pesar de los esfuerzos que, según Cortes Vargas, hizo para ofrecer la alternativa de renunciar, los huelguistas insistieron no sólo en sus peticiones, sino en la forma peligrosa como quisieron imponer su voluntad. Esta insistencia fue, en últimas, el origen tanto del decreto de Estado de Sitio, como del decreto según el cual se declaraba "cuadrilla de malhechores" a los obreros violentos de la compañía. Alguien genuinamente interesado en conocer la verdad sobre lo que REALMENTE ocurrió, difícilmente va a encontrar en las afirmaciones de Gaitán o de Cortés Vargas testimonios que pueda calificar como pruebas fieles a favor de los hechos. Si estos dos testimonios y los testimonios derivados de ellos son lo único con que se cuenta, no podrá más que admitir, impotente, que la verdad sobre lo que ocurrió no está consignada en fuente oficial alguna. Por eso, la unica fuente confiable es la cotidiana visión de los observadores (trabajadores) imparciales. Según Eduardo Posada Carbó, los eventos de las bananeras, desde los años 30, proveyeron a la izquierda colombiana de los símbolos y de los mártires necesarios para construir la narrativa *de un mito fundacional* al servicio de un proyecto político. Este mito parece inaugurarse con el discurso de Gaitán ante la Cámara. Cito a Gaitán: "Toda esta tragedia no tenía sino un fin: los obreros debían quedar esclavizados económicamente en nombre del gobierno […] La Compañía no quería elevar los salarios ni cumplir los requisitos de la ley. […] No importa que [eso] cueste mil y más muertos, mil y más crímenes. Lo importante era que la Compañía quedaba complacida" (Gaitán, 1998: 132). A Gaitán no le faltaron, al parecer, razones para exagerar en sus explicaciones. El modo vehemente y exacerbado como ellas se exponen ante la audiencia en la Cámara parece ocultar claros interese políticos. Gaitan, como buen abogado, estaba al servicio de un cliente, y ese cliente, por lo menos en esta ocación, ciertamente …NO era la LA VERDAD!.