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Las pancartas llegaron a Madrid con el eslogan "RIAÑO VIVE".
Pero finalmente las máquinas entraron en el valle y no dejaron piedra sobre piedra, 9 poblaciones arrasadas y el 31 de diciembre de 1987 se cerraron las compuertas y el agua empezó a subir.
Hoy 37 años después, aquellas piedras yacen bajo las aguas del pantano junto con los recuerdos de sus antiguos pobladores, en pie siguen las montañas, algo con lo que ni las aguas ni las máquinas han podido.